lunes, 22 de febrero de 2010

¿Tú a qué partido votas?

Hace años me quedé prendado de una de las líneas de diálogo de mi serie favorita, Doctor en Alaska. Fue en el primer capítulo de la sexta temporada. A una de las protagonistas, Shelly, su marido le echaba en cara que arruinaba todos los eventos sociales por su manía de hablar de Dios. Y ella, harta de que la censuraran, terminaba, en medio de la fiesta, gritando lo siguiente:

Why is it that in this society you can talk about the most intimate things? You can talk about your dysfunctional sex life. You can talk about your abduction by aliens, your tummy tuck, your breast implants. You can talk about anything. Anything except your longing for God!

lo que viene a ser:

¿Por qué en esta sociedad puede uno hablar de las cosas más íntimas? Puedes hablar de las disfunciones de tu vida sexual. Puedes hablar de que te abdujeron los extraterrestres, de tu última liposucción, de tus implantes de pecho. Puedes hablar de casi todo. ¡De cualquier cosa menos de tu anhelo de Dios!


Y es verdad. En los 90, que es de cuando es la serie, se podía hablar de todo menos de Dios. Hoy, creo que el tabú de la creencia en Dios se está diluyendo poco a poco. La gente ya suelta lo de que es ateo, o agnóstico o creyente con bastante facilidad y/o frivolidad.

Pero como sin tabús no somos felices, ahora, en la España del 2010 hay una pregunta que resulta todavía más incómoda: "¿Tú a qué partido vas a votar?". Una pregunta que debiera ser bastante menos personal y privada que la de Dios (se supone que el hecho religioso es a priori más íntimo que el político). Pero no. Lo del voto se ha convertido en uno de los mayores misterios de las personas que nos rodean, y en cuanto sueltas la pregunta (porque yo, que soy un gañán, la suelto a destajo), las reacciones van desde las caras coloradas al más absoluto de los espantos. Y por supuesto, nadie suelta prenda. Como si fuera una especie de caja de Pandora que al abrirse pudiera acabar con la buena relación entre vecinos, o con el saludo diario entre compañeros de trabajo, o incluso con amistades de años.

¿Tan mal está la política española que nos tenemos que avergonzar de nuestro voto? ¿Será que creemos tan poco en ese voto que sospechamos que nos lo van a rebatir en cuanto lo soltemos? ¿O acaso son demasiados los que siguen votando de corazón a la derecha y a la izquierda, cuando en realidad ya sólo son sombras distorsionadas de lo que un día fueron posturas políticas?

Me lo expliquen, por favor.

PD: En cuanto a mí, sólo he votado dos veces en mi vida (y de paso, a modo de inciso, ayer me tildaron de facha precisamente por eso, y aunque me lo dijeron con cariño, tal vez tuvieran razón). La primera vez que voté, fue con 18 años, y me había tocado de vocal en la mesa electoral. Cuando contabilizamos los votos, creo recordar que en la urna sólo hubo uno para Izquierda Unida. El mío. Me sentí un paria. Muchos años después, volví a votar. Esta vez al Psoe. Y ni siquiera fue con el famoso cambio de gobierno post 11M, sino cuatro años después. Y ya está. También es verdad que me gusta hablar mal del Psoe, criticarlo, e incluso ridiculizarlo. Lo que muchos no entienden es que si no me meto con el PP es porque por principio nunca los podré votar; mi implicación emocional con este partido es nula. Y es verdad que tampoco me da un especial miedo la posibilidad de que ganen. Así que para qué gastar energía. Eso sí, sé de mucha gente a mi alrededor que vota al PP. Y los quiero con locura (a ellos, no al PP). Porque así es la vida de contradictoria. En cuanto a lo que voy a votar en las próximas, la cosa está entre Rosa Díez, el Psoe o nadie. Aunque la Díez, desde que se fue a ver a la Aminatu, me parece una oportunista. Y el Psoe está más que quemado... Me sigue tentando lo de mantenerme al margen, pero tampoco quiero que me vuelvan a llamar facha y que encima sea con razón.

miércoles, 17 de febrero de 2010

La perfecta casada


Si Fray Luis de León levantara la cabeza, más de cuatro siglos después, y se encontrara con Bree Van De Kamp, vería superadas todas sus expectativas. Porque sospecho que ni siquiera la mentalidad del XVI español podría dar como fruto a una tan perfecta casada como esta Bree Van De Kamp, epítome del ama de casa americana del siglo XX. Y lo genial de Bree es que por ser precisamente ese compendio de todo lo que se esperaba de una perfecta ama de casa americana, no deja de ser el personaje más divertido y destroyer de la serie.
El mérito de este hallazgo está compartido entre Marc Cherry, creador de la serie, que se basó en su propia madre para el personaje, y la propia actriz que la encarna, Marcia Cross. Cross ya había destacado años antes como Kimberly en Melrose Place, un papel jugoso y surrealista a partes iguales, compendio a su vez de todas las piradas de telenovela de los años 80. Y a pesar del tópico, ella supo darle vida.

Pero en Mujeres desesperadas, Marcia Cross se supera a sí misma. Quizá tenía el papel más difícil al comienzo de la serie, por típico y tópico, y por rancio, hipócrita y encorsetado. Ganarse así el favor del público iba a ser muy complicado. En cualquier otra serie mainstream, pasados los primeros capítulos, el personaje habría evolucionado, se habría deshecho de ese encorsetamiento para ganar en humanidad y convertirse en alguien con quien la gente se identificara más fácilmente. Y no digo que su personaje no evolucione, pero a medida que se han sucedido las temporadas, Bree se ha ido reafirmando en su forma de ser, en su rancia moral republicana y en su encorsetamiento, y ha convertido estas características, en principio tan antipáticas, en lo que el público más ama de ella.

Tal vez sea porque, a pesar de ser la perfecta casada, de tener la casa reluciente, de cultivar sus gardenias con esmero y de hacer las mejores tartas y magdalenas del vecindario, Bree es el personaje con más cojones de todas las amas de casa desesperadas de la serie. Susan es una inestable emocional, una niñata que necesita un hombre a toda costa. Gaby es una furcia de alto copete, que sólo es feliz si se siente deseada. Y Lynette, la que a priori goza de más madurez, está constantemente ahogada por las circunstancias.

Al final, la ironía de la serie es que todos quisiéramos ser como Bree. La casa perfecta, el trabajo perfecto, el marido perfecto. Y si todo eso falla (porque falla, vaya si falla), un saber estar y unos cojones como ningún otro personaje masculino tiene en esta serie y en muchas otras. Y si no, véanla empuñando un arma.



No digo que si Bree fuera real no saldríamos todos corriendo espantados. Pero como personaje de ficción, funciona, vaya si funciona. Y es el único de toda la serie que ya se ha convertido en todo un icono pop para camisetas último grito. Lo que decía al principio: si Fray Luis levantara la cabeza, creo que hasta sus más altas expectativas se verían superdas.

jueves, 11 de febrero de 2010

La muerte de la imaginación (una relectura de El guardián)


Six Degrees of Separation, 1993

Paul: Well...a substitute teacher out on Long Island was dropped from his job for fighting with a student. A few weeks later, the teacher returned to the classroom, shot the student unsuccessfully, held the class hostage and then shot himself. Successfully. This fact caught my eye: last sentence. Times. A neighbor described him as a nice boy. Always reading Catcher in the Rye.
The nitwit -- Chapman -- who shot John Lennon said he did it because he wanted to draw the attention of the world to The Catcher in the Rye and the reading of the book would be his defense.
And young Hinckley, the whiz kid who shot Reagan and his press secretary, said if you want my defense all you have to do is read Catcher in the Rye. It seemed to be time to read it again.
Flan: I haven't read it in years. (Louisa shushes him.)
Paul: I borrowed a copy from a young friend of mine because I wanted to see what she had underlined and I read this book to find out why this touching, beautiful, sensitive story published in July 1951 had turned into this manifesto of hate.
I started reading. It's exactly as I remembered. Everybody's a phony. Page two: "My brother's in Hollywood being a prostitute." Page three: "What a phony his father was." Page nine: "People never notice anything."
Then on page 22 my hair stood up. Remember Holden Caulfield -- the definitive sensitive youth -- wearing his red hunter's cap. "A deer hunter hat? Like hell it is. I sort of closed one eye like I was taking aim at it. This is a people-shooting hat. I shoot people in this hat."
Hmmm, I said. This book is preparing people for bigger moments in their lives than I ever dreamed of. Then on page 89: "I'd rather push a guy out the window or chop his head off with an ax than sock him in the jaw...I hate fist fights...what scares me most is the other guy's face..."
I finished the book. It's a touching story, comic because the boy wants to do so much and can't do anything. Hates all phoniness and only lies to others. Wants everyone to like him, is only hateful, and he is completely self-involved. In other words, a pretty accurate picture of a male adolescent. And what alarms me about the book -- not the book so much as the aura about it -- is this: the book is primarily about paralysis. The boy can't function. And at the end, before he can run away and start a new life, it starts to rain and he folds.
Now there's nothing wrong in writing about emotional and intellectual paralysis. It may indeed, thanks to Chekhov and Samuel Beckett, be the great modern theme.
The extraordinary last lines of Waiting For Godot -- "Let's go." "Yes, let's go." Stage directions: they do not move.
But the aura around this book of Salinger's -- which perhaps should be read by everyone but young men -- is this: it mirrors like a fun house mirror and amplifies like a distorted speaker one of the great tragedies of our times -- the death of the imagination.
Because what else is paralysis?
The imagination has been so debased that imagination -- being imaginative -- rather than being the lynchpin of our existence now stands as a synonym for something outside ourselves like science fiction or some new use for tangerine slices on raw pork chops -- what an imaginative summer recipe -- and Star Wars! So imaginative! And Star Trek -- so imaginative! And Lord of the Rings -- all those dwarves -- so imaginative --
The imagination has moved out out the realm of being our link, our most personal link, with our inner lives and the world outside that world -- this world we share. What is schizophrenia but a horrifying state where what's in here doesn't match up with what's out there?
Why has imagination become a synonym for style?
I believe that the imagination is the passport we create to take us into the real world.
I believe the imagination is another phrase for what is most uniquely us.
Jung says the greatest sin is to be unconscious.
Our boy Holden says "What scares me most is the other guy's face -- it wouldn't be so bad if you could both be blindfolded -- most of the time the faces we face are not the other guys' but our own faces. And it's the worst kind of yellowness to be so scared of yourself you put blindfolds on rather than deal with yourself..."
To face ourselves.
That's the hard thing.
The imagination.
That's God's gift to make the act of self-examination bearable.

***

En cristiano (pero aviso, en el doblaje se pierde mucho):




Paul: Verán... Un profesor auxiliar en Long Island fue despedido por pelearse con un estudiante. Unas semanas más tarde, regresó al aula, disparó al estudiante, sin éxito... por supuesto, tomó como rehenes a toda la clase y luego se pegó un tiro; esta vez con éxito. Este hecho llamó mi atención. La última frase... en el Times un vecino dijo que el profesor era un buen chico, siempre estaba leyendo "El guardián entre el centeno". Ese cretino de Chapman, el que mató a John Lennon confesó que lo hizo porque quería llamar la atención del mundo hacia "El guardián entre el centeno", y que la lectura de dicho libro sería su defensa. Young Hinckley, el zumbado que disparó contra Ronald Reagan y su secretario de prensa, dijo que para conocer su defensa lo único necesario era leer "El guardián entre el centeno".
Flan: Yo hace años que no lo leo.
Paul: Yo le pedí una copia a una amiga mía porque quería saber lo que había subrayado. Y leí ese libro para descubrir por qué ese conmovedor, sensible y hermoso relato publicado en Julio de 1951, se había convertido en un manifiesto de odio. Lo empecé a leer. Es tal y como lo recuerdo; los personajes son unos farsantes. Página dos: "Mi hermano está en Hollywood ejerciendo la prostitución". Página tres: "¡Qué patán tan pretencioso era mi padre!". Página nueve: "La gente nunca se da cuenta de nada". Además en la página 22, se me pusieron los pelos de punta. ¿Recuerdan a Holden Caulfield, el arquetipo de joven sensible con su sombrero rojo de cazador? ¿el sombrero de los cazadores de ciervos? No es lo que parece, hice lo siguiente: cerré un ojo como si estuviera apuntando... es un sombrero para la caza de humanos; mato a personas cuando llevo este sombrero.
Ese libro prepara a la gente para vivir una vida como jamás hubieran soñado. Y en la página 99: "Preferiría empujar a un tío por la ventana, o cortarle la cabeza con un hacha, que darle un puñetazo. Odio las peleas con puñetazos, lo que más me asusta es la cara del otro tipo". Me terminé el libro, es una historia enternecedora, cómica en el sentido de que el protagonista desea hacer tanto y no puede hacer nada. Odia toda falsedad y solo miente y miente a los demás. Desea caer bien a todos, pero resulta aborrecible y completamente egocéntrico. Dicho en otras palabras, es una imagen bastante realista de un varón adolescente.
Pero lo que me alarmó de su lectura, no es tanto el libro en sí mismo sino el aura que lo envuelve. El argumento trata de la parálisis: el chico es incapaz de funcionar. Y al final, antes de que pueda huir y empezar una nueva vida, empieza a llover y él se derrumba. Bueno, no tiene nada de malo escribir sobre la parálisis emocional e intelectual. Puede que incluso gracias a Chejov y a Samuel Beckett, el argumento sea bastante moderno. Las extraordinarias últimas líneas de "Esperando a Godot": "Adelante, sí, adelante". Indicación escénica: ninguno se mueve.
Pero el aura que desprende el libro de Salinger, que debiera ser leído por todos, exceptuando a los jóvenes adolescentes, se traduce en lo siguiente: refleja con la distorsión de un túnel de los espejos y amplifica por un altavoz distorsionado una de las grandes tragedias de nuestro tiempo: la muerte de la imaginación. ¿Por eso es precisamente la parálisis? La imaginación ha sido tan degradada que, en lugar de constituir la pieza clave de nuestra existencia, ahora se considera como algo que está fuera de nosotros mismos, como la ciencia ficción, o para emplearla en combinar las mandarinas con las chuletas de cerdo. ¡Por cierto, qué receta tan imaginativa! Y La guerra de las galaxias: ¡cuánta imaginación! Y Star Trek: ¡qué derroche de imaginación! Y El señor de los anillos, con todos esos enanos: ¡cuánta imaginación! La imaginación ha pasado de ser nuestro lazo más personal e íntimo, y me estoy refiriendo a una especie de vínculo con nuestro ser interior y el mundo exterior que compartimos. ¿Qué es la esquizofrenia sino una condición de que lo que sucede aquí dentro no guarda relación con lo que ocurre ahí fuera? ¿Por qué la imaginación se ha convertido en sinónimo de estilo? Yo opino que la imaginación es el pasaporte de toda creación para transportarnos al mundo real. Creo que la imaginación es meramente otra manera de denominar aquello que nos pertenece más íntimamente.
Jung dijo: "El mayor pecado es ser inconsciente". Nuestro Holden nos dice: "Lo que más me asusta es la cara del otro, no sería tan duro si ambos tuviéramos los ojos vendados". Muy a menudo las caras que confrontamos no son las de los demás, sino la de nosotros mismos. Y les aseguro que no hay peor cobardía que tener miedo de uno mismo, y elegir la postura del avestruz en lugar de enfrentarse consigo mismo. Lo más duro es enfrentarse a uno mismo. La imaginación... es el don divino para poder soportar la autocrítica.

viernes, 5 de febrero de 2010

Ens, entis / La (a veces) absurda arqueología lingüística

Últimamente me han llegado bien por mail bien a través del facebook unos pseudomanifiestos, de una pedantería insoportable, en contra del uso de la palabra "presidenta", así, en femenino. La argumentación es, por si no la han leído, la siguiente:
En castellano existen los participios activos como derivado de los tiempos verbales. El participio activo del verbo atacar es "atacante"; el de salir es "saliente"; el de cantar es "cantante" y el de existir, "existente". ¿Cuál es el del verbo ser? Es "el ente", que significa "el que tiene entidad", en definitiva "el que es". Por ello, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se añade a este la terminación "-nte". Así, al que preside, se le llama "presidente" y nunca "presidenta", independientemente del género (masculino o femenino) del que realiza la acción. De manera análoga, se dice "capilla ardiente", no "ardienta"; se dice "estudiante", no "estudianta"; se dice "independiente" y no "independienta"; "paciente", no "pacienta"; "dirigente", no dirigenta"; "residente", o "residenta". Y ahora, la pregunta del millón: nuestros políticos y muchos periodistas (hombres y mujeres, que los hombres que ejercen el periodismo no son "periodistos"), ¿hacen mal uso de la lengua por motivos ideológicos o por ignorancia de la Gramática de la Lengua Española? Creo que por las dos razones. Es más, creo que la ignorancia les lleva a aplicar patrones ideológicos y la misma aplicación automática de esos patrones ideológicos los hace más ignorantes (a ellos y a sus seguidores).
No me gustan las cadenas de correos electrónicos (suelo eliminarlas) pero, por una vez, os propongo que paséis el mensaje a vuestros amigos y conocidos, en la esperanza de que llegue finalmente a esos ignorantes semovientes (no "ignorantas semovientas", aunque ocupen carteras ministeriales).
Lamento haber aguado la fiesta a un grupo de hombres que se habían asociado en defensa del género y que habían firmado un manifiesto. Algunos de los firmantes eran: el dentisto, el poeto, el sindicalisto, el pediatro, el pianisto, el golfisto, el arreglisto, el funambulisto, el proyectisto, el turisto, el contratisto, el paisajisto, el taxisto, el artisto, el periodisto, el violinisto, el taxidermisto, el telefonisto, el masajisto, el gasisto, el trompetisto, el violinisto, el maquinisto, el electricisto, el oculisto, el policío del esquino y, sobre todo, ¡el machisto!
Bueno, pues si no se han cansado de leer tanta tontería, ahí va mi respuesta:

1) Primero, que hay que saber leer entre líneas, y que ya desde la primera se ve que detrás de este texto hay una mente lingüísticamente conservadora. En vez de "español", usa el término "castellano", lo cual es totalmente lícito, pero denota un posicionamiento. Castellano y español son sinónimos, pero no podemos olvidar que "castellano" es más reduccionista, frente a un "español" más amplio y que tiene como reflejo ese único término "Spanish" del inglés. 
2) Que estoy de acuerdo en que lo de "miembra" es absurdo (sé que por ahí van los tiros), o por lo menos lo es a día de hoy.
3) Que lo del participio presente es verdad, pero sólo en latín. El uso invariable de estas formas en el español actual sólo se da cuando funcionan como adjetivos, y no cuando se sustantivan. El autor de este texto mezcla usos adjetivales y sustantivados en la turmix, y se fija más en la prehistoria de la lengua (ese latín tan bonito pero gracias a dios, no intocable) que en los usos actuales de una lengua que está viva.
4) Que estos participios presentes sólo tenían entidad como tal en latín. En español son adjetivos o, en su defecto, sustantivos. Si fueran participios se podrían formar con cualquier verbo, y la gente diría "ese es un comiente" o "un bebiente" en vez de "comilón" o "bebedor". Igual que impreso en "Rellena este impreso" es un sustantivo y no un participio, sin tener que buscarle más las cosquillas.
5) Que cuando estos restos del participio presente se usan como adjetivos, son invariables en el género, igual que otros adjetivos invariables como triste, verde o facha. Por ejemplo: El tío que ha escrito esto es un facha / La tía que ha escrito esto es una facha.
6) Que cuando son sustantivos, la realidad de la lengua viva nos demuestra que a veces no cambian en el género, pero otras sí. ¿Por qué? Pues porque a la gente le da la gana, y ya está. (Y mirad que digo la gente, no una ministra.) Las lenguas funcionan así, mal que a muchos les pese. Así, se dice presidenta y parienta (y jefa y médica y más).
7) Que hasta llegar hasta este punto no he querido mirar en el DRAE (porque por un lado suelo decir que me limpio el culo con el DRAE, pero por el otro me encanta consultarlo). Y ahí lo tienen:


8) Y busquen parienta, y jefa, y médica. Y lo encontrarán.
9) ¿Ignorantes de la Gramática Española? Ignoranta tú, japuta. Ignoranta y antigua como tú sola.
10) Y sí, ignorante es un adjetivo invariable, pero lo que es yo, me quedo tan a gusto. Me suena requetebién.


miércoles, 3 de febrero de 2010

Gran Hermano: la esquizofrenia

Las decisiones desesperadas pueden devenir en el mayor de los hallazgos o en el mayor de los desastres. Lo de Telecinco esta noche es, por supuesto, una decisión desesperada ante el subidón de audiencia de TVE. ¿Cuál será el resultado?
Yo, mientras, me despiporro ante la pantalla.