Es increíble como un mismo teatro, dependiendo de la obra, puede resultar otro diferente. Ayer fuimos a ver El dúo de la africana al mismo teatro en el que justo antes de Navidad vi ese Hamlet que tanto me gustó. Lo de ayer, sin embargo, rozó el patetismo. Terminé sintiéndome atrapado en la platea y sacando el periódico, que me puse a leer tan ricamente. Menudo tostón infumable: la historia, los actores, el planteamiento escénico; todo confluía en un desaguisado sin parangón. Hasta el punto de que el teatro me terminó pareciendo otro.
viernes, 6 de febrero de 2009
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1 comentario:
Es una putada la decepción. Deberían suministrarla bajo receta médica y con un antídoto. Lo siento, Felicis.
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