miércoles, 17 de febrero de 2010

La perfecta casada


Si Fray Luis de León levantara la cabeza, más de cuatro siglos después, y se encontrara con Bree Van De Kamp, vería superadas todas sus expectativas. Porque sospecho que ni siquiera la mentalidad del XVI español podría dar como fruto a una tan perfecta casada como esta Bree Van De Kamp, epítome del ama de casa americana del siglo XX. Y lo genial de Bree es que por ser precisamente ese compendio de todo lo que se esperaba de una perfecta ama de casa americana, no deja de ser el personaje más divertido y destroyer de la serie.
El mérito de este hallazgo está compartido entre Marc Cherry, creador de la serie, que se basó en su propia madre para el personaje, y la propia actriz que la encarna, Marcia Cross. Cross ya había destacado años antes como Kimberly en Melrose Place, un papel jugoso y surrealista a partes iguales, compendio a su vez de todas las piradas de telenovela de los años 80. Y a pesar del tópico, ella supo darle vida.

Pero en Mujeres desesperadas, Marcia Cross se supera a sí misma. Quizá tenía el papel más difícil al comienzo de la serie, por típico y tópico, y por rancio, hipócrita y encorsetado. Ganarse así el favor del público iba a ser muy complicado. En cualquier otra serie mainstream, pasados los primeros capítulos, el personaje habría evolucionado, se habría deshecho de ese encorsetamiento para ganar en humanidad y convertirse en alguien con quien la gente se identificara más fácilmente. Y no digo que su personaje no evolucione, pero a medida que se han sucedido las temporadas, Bree se ha ido reafirmando en su forma de ser, en su rancia moral republicana y en su encorsetamiento, y ha convertido estas características, en principio tan antipáticas, en lo que el público más ama de ella.

Tal vez sea porque, a pesar de ser la perfecta casada, de tener la casa reluciente, de cultivar sus gardenias con esmero y de hacer las mejores tartas y magdalenas del vecindario, Bree es el personaje con más cojones de todas las amas de casa desesperadas de la serie. Susan es una inestable emocional, una niñata que necesita un hombre a toda costa. Gaby es una furcia de alto copete, que sólo es feliz si se siente deseada. Y Lynette, la que a priori goza de más madurez, está constantemente ahogada por las circunstancias.

Al final, la ironía de la serie es que todos quisiéramos ser como Bree. La casa perfecta, el trabajo perfecto, el marido perfecto. Y si todo eso falla (porque falla, vaya si falla), un saber estar y unos cojones como ningún otro personaje masculino tiene en esta serie y en muchas otras. Y si no, véanla empuñando un arma.



No digo que si Bree fuera real no saldríamos todos corriendo espantados. Pero como personaje de ficción, funciona, vaya si funciona. Y es el único de toda la serie que ya se ha convertido en todo un icono pop para camisetas último grito. Lo que decía al principio: si Fray Luis levantara la cabeza, creo que hasta sus más altas expectativas se verían superdas.

2 comentarios:

Pimpf dijo...

Y es que Bree es insuperable, y sus tortitas también son insuperables, aunque yo siempre me quedaré Con Susan Meyer por despistada.

Bicos ricos

mir dijo...

Yo soy más de Lynnette. Pero, y eso que me quedé en la tercera temporada, reconozco que tienes razón. Las circunstancias la desbordan pero también la mejoran. Pero como Bree, ninunga. Es excepcional. No tiene parangón.
Aunque, hay que admitir, los tópicos son la base de "Mujeres desesperadas". Al principio, se rompían. Pero las fuerzas se han aflojado un poco. ¿No crees?