viernes, 25 de septiembre de 2009

La libertad (en las aulas)

A quienes quieran entender mi post sobre las hijas de Zapatero como una crítica política (me refiero a blogueros del PP y a periodistas de la COPE), allá ellos, pero el post no iba de eso. Lo de las hijas de Zapatero era una mera excusa para hablar de un problema educativo. Tal vez si les pongo otro ejemplo me entiendan:

Hoy mismo, en clase de Lengua con 1º de la ESO, ha salido a colación que "cupo" es la forma correcta para ese "cabió" que los chavales están acostumbrados a decir. Pero ellos se han negado en redondo a aceptar ese "cupo" como correcto. Me miraban como si estuviera loco, y por supuesto sé que en el futuro se van a negar a usar esa forma nueva que, si estuvieran acostumbrados a comportarse de un modo más humilde, habrían aceptado e incluso incorporado a su habla. Pero no es así. Ellos son como son, y nadie tiene por qué venir a cambirlos. Y menos un profesorucho de tres al cuarto.

No les culpo. La culpa no es de ellos. Es de unos padres que no dan ningún tipo de crédito a ese lugar al que van sus hijos todos los días. Es de una sociedad que ya jamás pone a esos chavales en su justo lugar (para lo bueno y para lo malo, porque tampoco les presta atención).

Otra cosa es que ese "cabió" se termine imponiendo antes o después. Las lenguas cambian, y eso no me importa. Es algo que hasta me gusta. El problema es otro. El problema es que lo que dice un profesor ya no tiene valor. Que nos tenemos que ganar ese respeto a base de chascarrillos, bromas y estrategias de negociación dignas de los diplomáticos en la ONU. Y no me importa. Es una parte de mi trabajo que como reto me estimula día a día. Ahora me toca buscar textos que capten su atención y en los que aparezca ese "cupo", para que lo acepten. Pero también estaría bien que esos chavales de 12 y 13 años de vez en cuando te dieran algo de crédito sólo por ser lo que eres, un profesor, y sin tener que ponerte a la altura de ellos. Aunque solo fuera para que el proceso educativo no se ralentizara tanto como para tener que perder tres clases leyendo textos en los que aparezca ese "cupo" que ya hasta a mí me produce extrañamiento.

La libertad (y las hijas de Zapatero)



Eduardo Álvarez dice en El Mundo que "se está vapuleando de forma cruel a estas dos adolescentes por la ropa que llevaban". Que si "acaso es un escándalo que dos adolescentes -sí, esa edad tan complicada- se sientan atraídas por la estética gótica". Que "parece como si media España se hubiera vuelto reaccionaria y quisiera cerrar los ojos ante la realidad". Que "cuando se tiene 14, 15 o 17 años, el look es una de las cosas más importantes y cada chaval expresa su personalidad y sus afinidades a través de la ropa que elige".

Todo eso es verdad. Vale. A todos nos ha dado por vestir de una manera estrafalaria de adolescentes, y yo soy el primero que levanto las cejas o me compadezco cuando veo a una niña de 14 años con vestido de encajes (que aún se ven, porque de todo tiene que haber). Es verdad que, cuando nos daba por vestir así, nuestros padres nos decían que íbamos hechos unos zarrapastrosos. Y la mayoría de las veces, claro está, lo que nos decían caía en saco roto. Nos salíamos con la nuestra. Para ir al instituto, para ir a la discoteca, para ir al botellón.

Pero también es verdad que había dos, tres o cuatro ocasiones al año en la que no sólo nos decían que íbamos indecentes, sino que nos obligaban directamente a vestir de otra manera. Así hoy no vas, decían. Eran grandes eventos: bodas, bautizos, algún encuentro especial, etc. Ocasiones contadas en la que los padres se nos imponían y nosotros nos teníamos que poner la chaqueta y ajustar la dichosa corbata. Al día siguiente, al botellón, podíamos volver a ponernos lo que nos diera la gana.

No era un trauma. Tampoco lo viví como una coacción a mi libertad. Lo que estaban haciendo en ese momento nuestros padres era obligarnos a socializarnos, a integrarnos en el mundo real, a hacernos respetar. Hoy, parece que es más importante la libertad del adolescente para expresarse, una libertad que llega hasta las máximas consecuencias.

Lo de la foto es una anécdota y ya está, por mucho que esté dando de sí. Me la suda lo que diga el PP, porque en realidad esto no tiene por qué desmerecer de Zapatero como gobernante, ni de España como país. Pero me parece a mí que sí le hace desmerecer como padre. Porque en el momento en que está dejando a sus hijas ir a ver a Obama como si fueran al botellón, les está negando el vivir ese momento en su verdadera dimensión social y hasta personal. Les está diciendo: vayáis donde vayáis no tenéis por qué cambiar de registro, pordéis ser tal cual sois. Y sí, eso suena muy bien, pero es esa libertad mal entendida la que hace que hoy en día sea imposible dar clases en los institutos, donde los chavales se comportan tal como son, igual que en casa; donde se niegan a corregir sus fallos de expresión (tanto escrita como oral) en la clase de Lengua, porque ellos son así y no tienen por qué cambiar. Claro, la educación está para moldear, o sea, para cambiar a la persona, para hacerla mejor. Pero hoy en día eso está en descrédito. El mensaje que impera ahora es que todo el mundo tiene derecho a ser como es, así de mediocre, así de burro, así de arrabalero. Y todo lo que nos digan los padres, todo lo que nos digan los profesores, todo lo que nos diga un policía en la calle, es un ataque directo a nuestra libertad.

Ahora son las propias hijas de Zapatero las que se tienen que encontrar por Internet toda esta colección fotográfica (desternillante, por cierto), y seguro que cuando se vean pensarán (tal vez no hoy, pero sí dentro de unos años) que su padre bien podría haberles dicho: hoy, así, no.




















miércoles, 23 de septiembre de 2009

Como en botica

Una alumna marroquí que habla con acento ecuatoriano. Un alumno colombiano con acento madrileño. Otros que ya no saben si sesear, cecear, o directamente negarse a leer en voz alta. Multitud de chavales que no saben estar sentados y sin hablar más de tres minutos, por más que lo intenten. Una chica de apenas 12 años, que se acaba de terminar, ante mi estupefacción, Yo, Claudio, y que ahora ya va a por Orgullo y prejuicio (vale, este mejor). Otros que apenas saben leer o escribir. Familias desestructuradas, con hijos que se suben por las paredes. Familias que tienen a sus hijos mimados. Madres que desisten, y desesperadas le piden ayuda al tutor, como si los entuertos de casa se pudieran arreglar en clase. Profesores que desprecian a los alumnos. Profesores que los quieren demasiado. Niños que corren y gritan por los pasillos. Gitanos dando palmas sin parar. Portazos, interrupciones, puertas que se abren y se cierran. Una cafetería de instituto que vende chucherías y más chucherías. Entre ellas, esos chicles que después los profes ya no saben cómo prohibir en clase. Los pokeros: diademas con lazo para ellas, crestas teñidas de rubio para ellos. Los pseudolatin kings: gorras, enormes camisetas, pantalones aún más grandes y gafas de sol falsas. Los teléfonos móviles. Daddy Yankee y Camarón de la Isla.

Toma melting pot. En mi instituto hay de todo, como en botica. No me digáis que no es divertido.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Apellidos ganadores

En Argentina y Chile: González
En Costa Rica: Jiménez
En España: García
En Guatemala: Pérez
En Honduras: López
En México : Rodríguez
En Francia, Herrera está en quinto lugar.
Y en Estados Unidos, García es el octavo y Rodríguez el noveno.

Por un lado puede parecer motivo de orgullo, especialmente para los que tengan alguno de estos apellidos. Pero por otro, ¿no les parece que demasiada gente se llama igual?

jueves, 17 de septiembre de 2009

Para Felix (para Luis, para Vicky), Isabel Allende

Hoy he estado en la presentación del nuevo libro de la Allende, La isla bajo el mar. Ha estado -como en todas las entrevistas que de ella había visto antes en youtube- divertida y altanera, pero cercana a la vez. Esta tía es la caña.

Pero lo mejor ha sido estar en la sala, poco minutos antes de que empezara el evento, y ver entrar a dos de mis alumnos. Y compartir con ellos la misma cola (o el mismo mogollón de gente) para la firma de libros después de la presentación. Ver que esa pequeña semilla que quieres sembrar día a día en tus clases de lengua da su fruto, eso es un subidón.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Español egocéntrico

Tengo una amiga catalana que siempre que le dicen "Ven a mi casa" responde "¡Vengo!". Ella es la primera que se agobia, porque sabe que debería decir "¡Voy!", pero no lo puede evitar. Hay gente que incluso se lo echa en cara, y ella se agobia.

Es gracioso, porque que yo sepa, sólo en español se dice "voy a tu casa". En catalán, por supuesto, es "vinc a casa teva". En italiano, si te preguntan "Vieni?", contestas "vengo!". En inglés se dice "I'm coming to your house". En francés, "veux-tu que je vienne te voir?".

La razón de todo esto es que en estas expresiones la referencia en español es el hablante, mientras que en las otras lenguas la referencia es el oyente. Y sí, la norma en español es decir "voy" en vez de "vengo". Pero si dejamos de mirarnos el ombligo, nos daremos cuenta de que somos sólo nosotros los que nos empeñamos en hablar desde el punto de vista del hablante. Desde nuestro punto de vista. Qué egocéntricos, ¿no?

Las preguntas más temidas por el profe de lengua

Empieza un nuevo curso, y ¿volveremos a enseñar de nuevo las mismas cosas?. Por un lado sí, pero por otro no. Cada año hay nuevos alumnos y saldrán nuevas cuestiones en las clases. Cuestiones que uno como profesor ni siquiera se habría planteado nunca, pero que muchos niños te lanzan para dejarte patidifuso. Aunque más que preguntas incómodas, a mí me gusta planteármelas como retos, y también como una señal de que ese alumno que te las plantea está metido de lleno en el proceso, lo cual, más que incómodo, es un gustazo.

Ahí van algunas de esas cuestiones. Si tenéis vosotros otras, no dudéis en mandarlas en los comentarios:

1. ¿Por qué en "Vivo en Madrid", "en Madrid" no es suplemento?

2. ¿Por qué se le pone la tilde a "guión" si es monosílaba?

3. ¿Por qué "truhan" es monosílaba si yo de toda la vida la he pronunciado con dos golpes de voz?

4. ¿Por qué tenemos que considerar clásicos obras tan nazis como "La vida es sueño"?

5. ¿Es "estoy rallado" o "estoy rayado"?

6. ¿Por qué si en español se escribe como se habla no puedo escribir "hacyqué" en vez de "así que"?

7. ¿Qué es "se" en "Juan se compró un piso"?

8. ¿Qué es "se" en "Juana se comió dos manzanas"?

9. ¿Por qué Juan Ramón Jiménez podía escribirlo todo con jota y yo no?

10. ¿Por qué mataron a Lorca?

sábado, 12 de septiembre de 2009

Gordos es buen cine (español)



Qué bonita Gordos. Igual o más que Azuloscurocasinegro, y mira que parecía difícil superar esa primera peli. Al salir del cine pensé, qué bien que haya un director como Daniel Sánchez Arévalo, porque cada dos años podré seguir viendo pelis como éstas, tan bien escritas, tan descacharrantes y a la vez tan desgarradoras. Larga vida a Sánchez Arévalo. Y que aprendan de él todos esos directoruchos españoles que viven de las subvenciones y que llaman proyectos personales a esos bodrios que dirigen. Que aprendan lo que es un buen guión, un buen planteamiento, saber dirigir una historia que se mueve entre la risa y el horror, sin dejar de ser una historia como la vida misma. Porque eso es realismo, y no lo de otros pelanas pseudotrascendentes a los que no hay quien soporte.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Bernarda (la crítica oficial)

Por cierto, justo después de escribir el post anterior he buscado en la red y me encuentro con la crítica de Marcos Ordóñez en El país. Juro que mi post lo he escrito antes de leer esta crítica de la que lo suscribo todo (menos lo de la gestualidad de la Sardá y lo de Rebeca Valls: Martirio es un hueso duro de roer, es verdad, pero si esta chica estaba, como dice Ordoñez, verde al principio, ya no es así, para nada).

Otra Poncia, otra Bernarda



El estreno en Madrid es mañana, pero yo acabo de ver la Bernarda Alba de Lluis Pasqual hoy, en un pase previo y sin esperármelo. Ana me ha llamado a las seis de la tarde, y a las ocho y media estaba ya en el Matadero, viendo cómo la Poncia preparaba las sillas para el velatorio lorquiano. Para mí, ver en escena cualquier obra de Lorca tiene su doble rasero. Como me gusta tanto, nunca es lo que de verdad tengo en la cabeza. Pero también porque me gusta tanto, siempre disfruto a Lorca sea cual sea el montaje. Por muy mal dichos que estén, las estrellas como puños y los juncos de la orilla siempre están ahí, para ponerme los pelos de punta.

En el caso del montaje de hoy, me ha costado entrar en el juego. La declamación de las actrices era demasiado naturalista. Y a mí en Lorca me gusta un poquito de impostación, porque lo que sale de las bocas de sus personajes, por muy popular que parezca, no deja de ser pura expresión poética. Por eso, al principio, me costaba. Por otro lado, a medida que iban saliendo esas mujeres, casi ninguna de ellas era como yo me imaginaba. La Poncia de Rosa María Sardá era menos resignada y más chascarrillera; la Bernarda de Núria Espert, más sentida y menos dictadora.

Pero el montaje ha continuado, y yo he ido entrando en calor. Poco a poco. La primera que me ha ganado ha sido la Sardá, que es grande grande, y esos chascarrillos que a mí al principio me ha parecido tan poco lorquianos me han terminado por hacer reír y querer a la Poncia más si cabe. Luego me he dado cuenta de la química que la Sardá tenía con la Espert cuando se quedaban a solas. Tremenda química que no siempre se consigue con dos grandes de la escena. En el tercer acto ya estaba entregado. Ni el ruido que hacía un foco me sacaba ya de la historia. El enfrentamiento entre Martirio y Adela, de quitarte el hipo. Las dos actrices desgañitándose, la iluminación onírica, los movimientos en escena, me han absorbido.

Quedaba la Espert, a la que veía demasiado mayor, demasiado desvalida para el papel. Pero al final, en apenas tres minutos, y con el más difícil todavía, me ha ganado. Nunca había imaginado a una Bernarda sucumbiendo, tirada en el suelo, medio muerta, más víctima incluso que sus propias hijas. La Bernarda de la Espert no era la dominadora que yo siempre había pensado; era la dominada, la derrotada. Y yo también he terminado sucumbiendo ante esa visión que no podía ser más distante de lo que yo hubiera podido imaginar puesto en escena.

No digo que esta visión sea la definitiva (con Lorca, como con todos los grandes, nunca hay visiones definitivas), pero todos los que estábamos en el teatro hemos batido palmas con furor durante cuatro tandas de aplausos. Yo, el primero. La Sardá, la Espert y todo el elenco de jóvenes actrices se lo merecían.

domingo, 6 de septiembre de 2009

¡Algo le tiene que gustar! (¿o no?)

Mi amiga X me cuenta sobre su amigo Y, que tiene ya más de 30 años y nunca ha estado con nadie. Nunca se le ha conocido novia, ni relación esporádica alguna. Otro amigo de Y me cuenta que jamás habla de tías, que ni siquiera las mira por la calle. Y yo siempre les digo, pues será gay, porque lo que está claro es que algo le tiene que gustar. Las mujeres, los hombres, los animales del campo, bromeo. Algo le tiene que gustar.

¿O no? En estos últimos días he tenido que poner en cuarentena ese algo le tiene que gustar tan categórico que desde siempre he soltado cuando me hablaban de personas como Y. Personas que en el fondo no son tan raras. ¿Quién no conoce a algún chico o chica que no ha tenido jamás relaciones sexuales y que además no muestra interés alguno por el sexo? Vale, en muchos casos puede ser una homosexualidad reprimida, o algún trauma no superado, o un sentido distorsionado de la religiosidad. ¿Pero es siempre así? ¿No puede ser que haya personas a las que no les atraiga el sexo, y punto? Igual que unos estamos programados para que nos atraiga el sexo contrario, otros, su mismo sexo; unos tienen ganas todos los días, otros, con una vez a la semana de sobra... ¿No puede haber personas que sencillamente nunca en su vida hayan tenido, tengan, ni tendrán ganas?

Todo esto no me lo he planteado yo solo. En EEUU, que es el paraíso de las minorías, un chaval llamado David Jay, virgen de 24 años y que nunca ha sentido la más mínima pulsión sexual, montó la web asexuality.org, que encontré hace poco. Para mí ha sido como descubrir un nuevo mundo. Los asexuales existen. Igual que hay heteros, homos, bis, trans, etc... ¿por qué no es posible también esto? Invesigando en la red (y hay más material del que me esperaba encontrar), resulta que la asexualidad está todavía poco estudiada. Hay psicólogos que la niegan; otros, la contemplan como una posibilidad más, y llegan a decir que el porcentaje de asexuales fluctúa entre el 1 y el 3%. Si saben inglés, no se pierdan este vídeo. Abran sus mentes y planteénselo. ¿Por qué no?

Competencias delegadas (y en delirio)

Estimado Sr./Sra.

Me permito dirigirme a Vd. por su condición de nacido en la Comunitat Valenciana, en la confianza de que siga manteniendo algún vínculo con la misma o, en otro caso, para reanudarlo si así lo desea y en el ánimo de que se produzca un acercamiento hacia aquella.

Como ya será conocedor, la Comunitat Valenciana tiene abierta una Delegación en Madrid, en la calle Españoleto nº 25, C.P. 28010, para servir de apoyo y cauce a las personas que deban o deseen relacionerse con la misma.

Desde sus apertura, esta Delegación de la Comunitat Valenciana en Madrid, viene funcionando con prestación de servicios de distinta índole, tanto de orden burocrático o adminstrativo, como suministrando infomación de forma minuciosa...

... y bla bla bla...
Este es el comienzo de una carta que recibí el otro día en mi casa de Madrid. ¿Qué les parece? A muchos les sorprenderá. Pues sí, tanto decir que yo era sevillano y en realidad mentía, porque soy nacido (como dice la carta, mezclando lenguas aparatosamente) en la "Comunitat Valenciana". Yo solía decir que en realidad nací en Gandía, pero parece que no, que a partir de ahora de ahora soy de la "Comunitat". Pues vale. Y que además cada vez que tenga un problema en este Madrid que no me vio nacer y que por lo tanto no es mío, tendré que ir con los míos, esto es, los de la "Comunitat". Pues vale también, pero a ver cómo les cuento yo esto a mis padres la próxima vez que me coja el AVE y me presente en Sevilla.

Mira, a mí el sistema de autonomías español me parece una desfachatez. Y lo digo a riesgo de parecer facha, que ya ni me importa. Pronto llegaremos al punto en que yo, cada vez que tenga que renovarme el carné, o cada vez que tenga que hacer algún trámite, tenga que ir a esta especie de pseudoembajada de los collons (lo digo en valenciano, jeje), a la que parecen querer adscribirme sólo porque mis padres vivían en Gandía cuando yo nací.

Pero es que ya no es sólo eso. Es que por culpa de ese sistema de autonomías, en España la Sanidad y la Educación están atrapadas en un castillo kafkiano de burocracia que anda renqueando y en el que nada tira pa alante. La delegación de competencias impide que ninguna medida tome forma. El gobierno ordena y luego las autonomías le dan la vuelta a esa orden o sencillamente no le hacen ni caso. Iba a añadir además que si gobierno y autonomías son de partidos contrarios, ya no te quiero ni contar, pero es que lo delirante en España es que ni siquiera hace falta eso.

Esta carta, por ejemplo. Esta carta vale dinero. El papel, la tinta, el franqueo. (¡Y no sólo me la han enviado a mí, sino a todos los nacidos en la "Comunitat" que haya en Madrid! ¿cuántos serán?) La Delegación esta de la que me hablan, también vale dinero. El alquiler, sueldos como el del que la ha redactado (que por cierto, se ha lucido, y eso que no les he puesto la carta completa), ordenadores, impresoras, teléfonos, etc. Todo para levantar ¿España?, ¿la "Comunitat"?, ¿Madrid? Ni yo lo sé...

Agradezco el gesto de la "Comunitat Valenciana", de verdad. Y hasta me hace gracia, porque lo de haber nacido en Valencia me ha marcado poco, la verdad, pero no deja de ser una parte más de mí a la que no tengo por qué renunciar, junto con la parte extremeña, y la andaluza (y esta última sí que me ha marcado, a veces muy a mi pesar).

Y sí, es gracioso, pero también delirante. Peligrosamente delirante. Como una especie de "que sepas que sabemos que naciste aquí, y que no te vas a escapar". Uff, qué miedo.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Cuando no sabemos apreciar lo que sí hacemos bien

Ya hablé hace tiempo de Herederos, sin tener mucho conocimiento de causa, la verdad, porque sólo había visto algún que otro trozo suelto de la serie, pero me había parecido más que decente y hasta elegante. Ahora, después de tragarme casi del tirón los siete primeros capítulos de la serie, y después de buscar en la red las críticas, he confirmado que en este país tan cutre que tenemos, la industria audiovisual suele ser igualmente cutre; pero que cuando, por las razones que sean, acertamos con algo y conseguimos sacar a flote un buen producto, ni la audiencia ni la crítica sabe apreciarlo.

Herederos es un culebrón. Vale. Herederos no es original, porque es un Falcon Crest a la española. Vale. Herederos tira del tópico español más rancio, el del mundo del toro. Vale. Pero eso no lo convierte en algo malo. Que un producto audiovisual sea funcional y no quiera tracender ni reflexionar sobre el sentido de la vida no lo convierte en algo malo. Herederos está bien escrita, bien actuada, bien realizada. La serie engancha, porque a la típica estructura de culebrón se le han incorporado tramas de misterio que se integran a las mil maravillas, jugando todo el tiempo con las elipsis. Igual que se está haciendo en las series americanas actuales. Creo que es la primera vez que veo una serie española y se me olvida que es española, por mucho toro, mucha muleta y mucho ruedo que haya en la serie. Los tópicos son lo de menos, si están bien usados. ¿Acaso los americanos no han hecho miles de películas de cowboys, muchas de ellas obras maestras? Y no digo que Herederos sea una obra maestra, pero a falta de ver el resto de capítulos, puedo decir que es una serie de manual, de la que muchos de los que hacen TV en España deberían aprender.



Podría hablar también de que Concha Velasco es una fiera, de que Félix Gómez se come la pantalla. Pero es que la serie funciona incluso con los actores más flojos. Es mentira eso de que un actor puede sacar a flote una peli, o una serie. Los más grandes actores de nuestro país han hecho series españolas que eran una bazofia. Para que un producto funcione, tiene que haber un buen planteamiento de partida: un buen guión y una buena puesta en escena. Herederos los tiene.