jueves, 30 de abril de 2009

A ciegas (cortesía de Pepa)

Yo muchas noches sentía, cercano ya el día,
tus pasos en la sala.
-¡Gracias a Dios que has llegado, que no te ha pasado
ninguna cosa mala!

En tus manos un aroma
que transminaba como el clavel,
pero yo lo echaba a broma
porque era esclavo de tu querer.
-"Que me he entretenido… las cosas del juego".
Y yo te decía cerrando los ojos
lo mismo que un ciego:

Estribillo
No tienes que darme cuentas
a ciegas yo te he creído,
yo voy por el mundo a tientas
desde que te he conocido.
Llevo una venda en los ojos
como pintan a la Fe;
no hay dolor como esta gloria
de estar creyendo sin ver.
Mi corazón no me engaña
y a tu caridad se entrega.
¡Duerme tranquilo, sentraña,
que te estoy queriendo a ciegas!

No sé que mano cristiana abrió una mañana
mi puerta de repente,
luz que cortó en mil pedazos como un navajazo
mi venda de la frente.
Me quitaron la ceguera
con un cuchillo de compasión
y hoy va solo por la acera
sin lazarillo mi corazón.
To eso es mentira, lo afirmo y lo pruebo!"
Y yo te decía queriendo
ponerme la venda de nuevo:

Estribillo
No tienes que darme cuentas
que no te las he pedido;
quien va por el mundo a tientas
lleva los rumbos perdidos.
Yo me clavaré en los ojos
alfileres de cristal,
pa no verme cara a cara
contigo y con tu verdad.
Mientes de noche y de día
y a jurarme en falso llegas.
¡Sigue mintiendo alma mía
Para yo quererte a ciegas!

(1953)
Letra: Rafael de León, Antonio Quintero
Música: Quiroga (Zambra)

sábado, 18 de abril de 2009

El despecho (tres versiones)

I. Bécquer: las Rimas

Dices que tienes corazón, y sólo
lo dices porque sientes sus latidos;
eso no es corazón..., es una máquina
que al compás que se mueve hace ruido.

* * *

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres....
ésas... ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.

Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día....
ésas... ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar,
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.

Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido..., desengáñate,
así... ¡no te querrán!

II. Wilde: De profundis

Querido Bosie:

Después de larga e infructuosa espera, he decidido escribirte yo, tanto por ti como por mí, pues no me gustaría pensar que he pasado dos largos años de prisión sin recibir de ti ni una sola línea, ni aun noticia ni mensaje que no me dieran dolor.

Nuestra infausta y lamentabilísima amistad ha acabado en ruina e infamia pública para mí, pero el recuerdo de nuestro antiguo afecto me acompaña a menudo, y la idea de que el aborrecimiento, la amargura y el desprecio ocupen para siempre ese lugar de mi corazón que en otro tiempo ocupó el amor me resulta muy triste; y tú mismo sentirás, creo, en tu corazón que escribirme cuando me consumo en la soledad de la vida de presidio es mejor que publicar mis cartas sin mi permiso o dedicarme poemas sin consultar, aunque el mundo no haya de saber nada de las palabras de dolor o de pasión, de remordimiento o indiferencia, que quieras enviarme en respuesta o apelación. No me cabe duda de que en esta carta en la que tengo que escribir de tu vida y la mía, del pasado y el futuro, de cosas dulces que se tornaron amargura y cosas amargas que pueden trocarse en alegría, ha de haber mucho que hiera tu vanidad en lo vivo. Si así fuera, vuelve a leerla una y otra vez hasta que mate tu vanidad. Si algo encuentras en ella de lo que te parezca ser acusado injustamente, recuerda que hay que agradecer que existan faltas de las que se nos pueda acusar injustamente. Si hubiera en ella un solo pasaje que lleve lágrimas a tus ojos, llora como lloramos en la cárcel, donde el día no menos que la noche está hecho para llorar. Eso es lo único que puede salvarte. Si vas con lamentaciones a tu madre[…]estarás totalmente perdido. Si encuentras una sola excusa falsa para ti, enseguida encontrarás un ciento, y serás exactamente lo mismo que fuiste antes. ¿Sigues diciendo, como le dijiste a Robbie en tu contestación, que yo «te atribuyo motivos indignos»? ¡Si tú no tenías motivos en la vida! No tenías más que apetitos. Un motivo es un propósito intelectual. ¿Que eras «muy joven» cuando empezó nuestra amistad? Tu defecto no era que supieras muy poco de la vida, sino que sabías mucho. El alba de la juventud, con su flor delicada, su luz clara y pura, su alegría inocente y expectante, tú la habías dejado muy atrás. Con pies muy raudos y corredores habías pasado del Romance al Realismo. La cloaca y las cosas que en ella viven habían empezado a fascinarte. Ése fue el origen del problema en el que buscaste mi ayuda, y yo, nada sabio según la sabiduría de este mundo, por compasión y simpatía te la di.

Tienes que leer esta carta de principio a fin, aunque cada palabra sea para ti el fuego o el escalpelo del cirujano, que hace arder o sangrar la carne delicada. Recuerda que el necio a los ojos de los dioses y el necio a los ojos del hombre son muy distintos. Siendo enteramente ignorante de los modos del Arte en su revolución o los estados del pensamiento en su progreso, de la pompa del verso latino o la música más rica de las vocales griegas, de la escultura toscana o el canto isabelino, se puede estar lleno de la más dulce sabiduría. El verdadero necio, ése del que los dioses se ríen o al que arruinan, es el que no se conoce a sí mismo. Yo fui de ésos demasiado tiempo. Tú has sido de ésos demasiado tiempo. No lo seas más. No tengas miedo. El vicio supremo es la superficialidad. Todo lo que se comprende está bien. Recuerda asimismo que lo que para ti sea penoso leer, aún más penoso es para mí escribirlo. Contigo los Poderes Invisibles han sido muy buenos. Te han permitido ver las formas extrañas y trágicas de la Vida como se ven las sombras en un cristal. La cabeza de Medusa, que petrifica a los hombres, a ti se te ha dado mirarla en espejo solamente. Tú has caminado libre entre las flores. A mí me han arrebatado el mundo hermoso del color y el movimiento.

III. La casa azul: Como un fan

¿Qué quieres que te diga?
¿Que mi vida va genial?
¿Que todo transcurre tal
y como lo pensé, tal cual sin más?
¿Que todas mis decisiones
pasan por un auto-tune de aciertos?
Qué más da… si no lo vas a escuchar.

¿Qué quieres que te diga?
¿Que escogiste lo mejor?
¿Que ya no quedaba amor?
¿Que no me merecías porque eras lo peor?
¿Que tengo mil ilusiones?
¿Que ya no queda ni un gramo de pena?
Qué más da... nunca supiste escuchar.

¿Qué quieres que te diga?
¿Que el tiempo va a mejorar?
¿Que el gobierno está fatal?
¿Que el Barça hoy ha vuelto a pinchar?

¿Qué quieres que te diga?
¿Que sin ti no puedo más?
¿Que mi vida se rompió
cuando te fuiste sin pensar que
nunca,
nunca más me iba a recuperar?
Porque cuando tú jugabas yo creía
que lo que hacías era amar.
Y mientras
yo me enamoraba, como un fan,
de tu voz, de tus amigos, de tu ropa
y de tu manera de mirar.

¿Qué quieres que te diga?
¿Que prefiero pasear
por la playa y escuchar
a Billy Joel o quizás a Ben Folds Five?
Porque sé que tú los odiabas:
no eran suficientemente indies.
Qué más da.... tú siempre fuiste lo más.

¿Qué quieres que te diga?
¿Que el trabajo no está mal?
¿Que cerraron el local
donde solíamos tocar?

¿Qué quieres que te diga?
¿Que me arrancaste el corazón
y hoy se te ocurre venir a pedir perdón
después de un siglo o dos?

Nunca,
nunca más me voy a recuperar,
porque cuando tú jugabas yo creía
que lo que hacías era amar.
Y mientras
yo me enamoraba, como un fan,
de tu voz, de tus amigos, de tu ropa original,
de tu habitación, de tu portal,
de tus discos viejos de los Clash.

De toda tu maldad.

viernes, 17 de abril de 2009

No son veinticuatro; es una

It was a slap in the face how quickly I was replaced
Are you thinking of me when you fuck her?

Alanis Morrissette: You Oughta Know

Oigo de nuevo a Alanis Morrissete gritando con saña en mi iPod, y la canción que tanto escuché una y otra vez en mi adolescencia, cobra ahora, quince años después, sentido. Y siento esa bofetada en mi cara como nunca.

Y duele.

domingo, 12 de abril de 2009

Wir sind ein Volk! (dos)



A finales de la década de los 80 del siglo XX, los alemanes de la parte oriental empezaron a perder el miedo. La situación política se había relajado y en la RDA empezaron a darse concentraciones exigiendo al gobierno que escuchara su opinión.

La cosa no empezó en Berlín, sino en otra ciudad de la RDA: Leipzig. En el blog Descubriendo el muro, Ignacio lo cuenta así:
Todo empezó a la sombra de la Nikolaikirche (iglesia de San Nicolás). El lunes 4 de septiembre de 1989, tras un sermón en la iglesia, se produjo en la plaza una pequeña manifestación de apenas un centenar de personas en favor de la paz...
A través del boca a boca y gracias a las informaciones de las televisiones de la Alemania Occidental, los ciudadanos de la Alemania Oriental supieron de esta manifestación y en diversas ciudades de la RDA se sucedieron manifestaciones durante el lunes siguiente.
El lunes 9 de octubre de 1989, ya eran más de 70,000 personas manifestandose por las calles de Leipzig pidiendo democracia bajo el lema "Wir sind das Volk!" (nosotros somos el pueblo). Las fuerzas policiales no intervinieron sorprendidas por la gran cantidad de manifestantes.
El siguiente lunes, el 16 octubre, ya eran 120,000 manifestantes. Esta vez el ejército estaba presente durante la manifestación pero quizás por miedo a una masacre tampoco intervino.
El siguiente lunes eran ya más de 320,000 manifestantes!!!
Los ciudadanos de la RDA salían en masa a las calles pidiendo democracia y los dirigentes comunistas estaban sorprendidos por el rumbo de los acontecimientos.
El 4 de noviembre de 1989, los ciudadanos de Berlin, animados por las Montagsdemonstrationen de Leipzig salieron a la calle.... más de un millón de personas se manifestaban por la Alexanderplatz....
Mientras tanto miles de personas huían hacia la Alemania Occidental a través de Checoslovaquia...
Con esta situación, el gobierno de la RDA se dio cuenta de que una renovación era necesaria. El consejo de ministros aprobó un paquete de medidas para renovar el país, y se convocó a la prensa internacional para el día 9 de noviembre. Dentro de este paquete de medidas se incluía la regulación y facilitación de los viajes al exterior, pero ni mucho menos el libre traspaso de las personas a un lado y otro del muro. Un conjunto de casualidades y la heroicidad del pueblo alemán se encargarían de allanar el camino en sólo un día: ese mismo 9 de noviembre de 1989.



La persona elegida para comunicar este nuevo paquete de medidas a la prensa fue Günter Schabowski (arriba, en la foto), miembro del Partido Socialista Alemán. La leyenda cuenta que esa misma tarde Schabowski se fue a su casa a descansar y prepararse para la rueda de prensa, que era a las 18 horas.

Poco antes de las 6 de la tarde, Schabowski salía de su casa y se dirigía a la sede del gobierno donde se iba a celebrar la rueda de prensa. Pero antes de llegar se cruzó con un miembro del partido que le entregó una carpeta en la que había un proyecto de ley: la apertura total de las fronteras entre las dos Alemanias. Un proyecto que sólo figuraba a título informativo y al que aún le faltaba el visto bueno del consejo de ministros.

Pues bien, parece ser que nuestro Günter llegó a la conferencia de prensa, explicó a los periodistas las nuevas medidas tomadas por el partido y a continuación abrió la carpeta que le habían entregado minutos antes. Creyendo que también en estos papeles se hablaba de las medidas ya aprobadas por el gobierno, leyó lo siguiente:
"Los viajes privados al extranjero se pueden autorizar sin la presentación de un justificante — motivo de viaje o lugar de residencia. Las autorizaciones serán emitidas sin demora. Se ha difundido una circular a este respecto. Los departamentos de la Policía Popular responsables de los visados y del registro del domicilio han sido instruidos para autorizar sin retraso los permisos permanentes de viaje, sin que las condiciones actualmente en vigor deban cumplirse. Los viajes de duración permanente pueden hacerse en todo puesto fronterizo con la RFA."
Tal vez nuestro Günter no fuera consciente de lo que estaba leyendo, pero un periodista avispado sí, y le preguntó:
-¿Cuándo entrará en vigor esta medida?
A lo cual, Schabowski, tras hojear las notas y mirar confuso a sus compañeros de partido sentados junto a él, contestó:
-En cuanto lo diga, inmediatamente.

Esto ocurrió a las 18.57 horas, cuando Schabowski, sin saber qué más decir, dio por terminada la conferencia de prensa. En pocos minutos, miles de alemanes orientales se acercaron a los puestos de control del muro, al grito ya consagrado de "Wir sind das Volk!". Los jefes de control de los puestos no sabían que hacer con esa gente. Llamaron al gobierno, pero nadie contestaba (pues menudo revuelo debía de haber en el gobierno). Se llamaron los unos a los otros a los distintos puestos de control, y en todo el muro la situación era la misma: miles de alemanes pidiendo pasar. Wir sind das Volk!, ¡nosotros somos el pueblo!

¿Qué hacer? ¿Dispararles? Mientras, desde la parte occidental de Berlín, llegaban también los otros alemanes, que se unieron al coro de gritos, con una variación: "Wir sind ein Volk!" (¡Nosotros somos un pueblo!). En los puestos de control, la confusión fue tal que terminaron por abrir las puertas, y en Berlín se tiraron tres días de juerga bebiendo y abrazándose bajo ese nuevo lema (Wir sind ein Volk!) con el cual los alemanes salían por fin de la penitencia que el mundo les había hecho pagar durante más de cuarenta años.

El resto es historia. Y hay que ir a Berlín para vivirla.



(Gracias a Walter Alejandro, de New Berlin Tours, por contarnos esta historia tan bien contada; yo he intentado ponerle un poco de la misma emoción, aunque sé que no lo he conseguido).

Wir sind ein Volk! (uno)

La historia reciente de Berlín está llena de claroscuros, de sucesos vergonzosos y de historias de superación. Acabo de pasar una semana en la capital alemana y la ciudad, por supuesto, está genial, pero de nada sirve ir para allá si no te cuentan algo de su historia. Y todos sabemos lo típico (primero Hitler y los nazis, luego los comunistas y el muro) pero en realidad apenas sabemos nada de lo que se ha cocido y se sigue cociendo en esta ciudad que es ya un mito de nuestros tiempos.

Para empezar, el muro de Berlín no tiene nada que ver con el famoso telón de acero que separó, tras la II Guerra Mundial, a los capitalistas de los comunistas. Bueno, sí tiene que ver, pero no son, en absoluto, la misma cosa: el asunto es más complicado. Alemania, la perdedora por antonomasia (ya había perdido en la anterior guerra mundial), fue dividida en dos repúblicas: la federal o capitalista, controlada por los aliados (americanos, franceses y británicos), y la democrática o comunista, controlada por los soviéticos. La capital del antiguo III Reich de Hitler, Berlín, se quedó en la Alemania comunista, pero a su vez fue repartida entre los cuatro ganadores de la guerra. En resumen, Berlín estará en la parte soviética de Alemania, pero tres cuartas partes de ella van a pertenecer a los aliados, mientras que el resto será la capital de la Alemania comunista. Si aún no les queda claro, ahí tiene el mapa:


Insostenible, ¿verdad? Pues con el inicio de la Guerra Fría y la polarización de los bloques comunista y capitalista la situación se hará más insostenible si cabe. Dividir un país tiene un pase, pero dividir a su vez una ciudad que queda dentro de la parte comunista, tiene mandangas.

En los años 50 ocurrió lo que se llama el "milagro económico alemán": la Alemania Federal se recuperó sorprendentemente del debacle de la guerra. No sucedió lo mismo en la parte oriental, y Berlín se convirtió en un coladero por el que la población comunista huía a la zona occidental casi masivamente. Y claro, a la Alemania Federal, encantada, le faltaba tiempo para adoptar a los nuevos capitalistas y plantarles un nuevo pasaporte en las manos.

Tanto es así, que en 1961 la Alemania oriental terminó construyendo el famoso muro de Berlín, circular y de más de 150 kilómetros, de los cuales más de 40 km. dividían la ciudad de norte a sur, separando las dos partes de Berlín e intentando aislar el Berlín occidental, que se quedó como una isla dentro de la Alemania Democrática. La ciudad quedará así:

Adiós al libre (o semi-libre) traspaso entre un Berlín y otro. Adiós a los amigos, adiós a parte de tu familia. Adiós a lo poco que quedaba de una ciudad, ya arrasada de por sí tras la guerra. Berlín será, hasta 1989, una ciudad dividida por el "Mauer", que simbolizará durante casi tres décadas la vergüenza de un mundo dividido. Y los berlineses sufrirán en carnes esta vergüenza, como si no tuvieran ya suficiente con el trauma de la barbarie nazi.

Pero lo gracioso es la historia de cómo cayó el muro, casi treinta años después. Algo que jamás fue premeditado pero que dice mucho de la capacidad de superación del pueblo alemán y de la esperanza que aún se puede tener en el género humano.

Se lo cuento en el siguiente post.

miércoles, 1 de abril de 2009

Hamlet deconstruido (y borroso)



Ayer vi el Hamlet de Tomas Pandur (o de Blanca Portillo): una deconstrucción bestial (para lo bueno y para lo malo) que tuve que ver sin gafas porque, tonto de mí, me las había olvidado. Una pena, porque en el caso de este montaje lo visual era mucho más importante (e impactante) que el texto en sí. Un texto que a ratos, como he leído por ahí, parecía ahogarse entre tanta parafernalia, pero que otra veces cobraba una fuerza única gracias precisamente a esa misma parafernalia.

Con lo del elemento visual no me refiero sólo al hecho de que la plana al completo de los actores de moda, ricos ricos, salieran en pelota picada (que también). Había mucho más. De todas maneras yo eso (los desnudos y todo lo demás) me lo perdí mientras pensaba, como Ricardo III, que en ese momento hubiera dado mi reino y lo que hiciera falta no por un caballo, sino por un par de lentes de aumento para mi leve miopía; sí, leve, pero que en el caso de este montaje tan esteticista marcaba una gran diferencia.

Y qué decirles, pues que yo me quedo con lo que Juan Diego Botto hizo pocos meses ha: un montaje mucho más al uso pero con mucho más donde morder. Eso tampoco quiere decir que lo que haya hecho Tomaz Pandur esté mal. Qué va: las dos primeras horas son de puro disfrute estético, y se pasan en un suspiro. Lo del descanso (integrado en la obra no como un algo más, sino como parte esencial para el devenir de la acción) es alucinante: Asier Echeandía está sencillamente grandioso. Y la segunda parte, pues se hace bastante más pesada y es lo más desigual, pero al menos ya estás dentro del juego y tampoco es que desespere. En total son cuatro horas que no es que se hagan cortas, pero tampoco se pasan nada mal.

A destacar Blanca Portillo, por supuesto, y un Hugo Silva quizá demasiado histriónico y ratos un poco chuloputas, pero que cuando llega el momento de su monólogo está de impresión. Félix Gómez, como Horacio, está para comérselo, aunque sospecho que por no llevar gafas me perdí lo mejor de su actuación. Nur Al Levi, como Ofelia, estaba pasable, aunque este montaje le restaba gran parte de su drama al personaje. Por último, Quim Gutiérrez, como Laertes, estaba francamente flojo. Lo mejor es el baile a pecho descubierto que se marca en el descanso (está como un torete, este chaval), pero cuando abre la boca, en especial cuando tiene que llorar ante su hermana muerta, no transmitía nada.

En conjunto, la obra parece más una deconstrucción del texto de Shakespeare, a modo de homenaje, que un Hamlet de verdad, y eso que se termina escenificando el texto original casi íntegro. Eso en sí no es algo malo, pero hay demasiada pausa, demasiado acercamiento estético que rompe con el ritmo inherente que Shakespeare imprime a casi todas sus obras. Porque Shakespeare es drama, es tragedia, es agonía, vale; pero también es ritmo, y eso parece que a Pandur se la traía más al fresco.