Hace años me quedé prendado de una de las líneas de diálogo de mi serie favorita, Doctor en Alaska. Fue en el primer capítulo de la sexta temporada. A una de las protagonistas, Shelly, su marido le echaba en cara que arruinaba todos los eventos sociales por su manía de hablar de Dios. Y ella, harta de que la censuraran, terminaba, en medio de la fiesta, gritando lo siguiente:
Why is it that in this society you can talk about the most intimate things? You can talk about your dysfunctional sex life. You can talk about your abduction by aliens, your tummy tuck, your breast implants. You can talk about anything. Anything except your longing for God!
lo que viene a ser:
¿Por qué en esta sociedad puede uno hablar de las cosas más íntimas? Puedes hablar de las disfunciones de tu vida sexual. Puedes hablar de que te abdujeron los extraterrestres, de tu última liposucción, de tus implantes de pecho. Puedes hablar de casi todo. ¡De cualquier cosa menos de tu anhelo de Dios!
Y es verdad. En los 90, que es de cuando es la serie, se podía hablar de todo menos de Dios. Hoy, creo que el tabú de la creencia en Dios se está diluyendo poco a poco. La gente ya suelta lo de que es ateo, o agnóstico o creyente con bastante facilidad y/o frivolidad.
Pero como sin tabús no somos felices, ahora, en la España del 2010 hay una pregunta que resulta todavía más incómoda: "¿Tú a qué partido vas a votar?". Una pregunta que debiera ser bastante menos personal y privada que la de Dios (se supone que el hecho religioso es a priori más íntimo que el político). Pero no. Lo del voto se ha convertido en uno de los mayores misterios de las personas que nos rodean, y en cuanto sueltas la pregunta (porque yo, que soy un gañán, la suelto a destajo), las reacciones van desde las caras coloradas al más absoluto de los espantos. Y por supuesto, nadie suelta prenda. Como si fuera una especie de caja de Pandora que al abrirse pudiera acabar con la buena relación entre vecinos, o con el saludo diario entre compañeros de trabajo, o incluso con amistades de años.
¿Tan mal está la política española que nos tenemos que avergonzar de nuestro voto? ¿Será que creemos tan poco en ese voto que sospechamos que nos lo van a rebatir en cuanto lo soltemos? ¿O acaso son demasiados los que siguen votando de corazón a la derecha y a la izquierda, cuando en realidad ya sólo son sombras distorsionadas de lo que un día fueron posturas políticas?
Me lo expliquen, por favor.
PD: En cuanto a mí, sólo he votado dos veces en mi vida (y de paso, a modo de inciso, ayer me tildaron de facha precisamente por eso, y aunque me lo dijeron con cariño, tal vez tuvieran razón). La primera vez que voté, fue con 18 años, y me había tocado de vocal en la mesa electoral. Cuando contabilizamos los votos, creo recordar que en la urna sólo hubo uno para Izquierda Unida. El mío. Me sentí un paria. Muchos años después, volví a votar. Esta vez al Psoe. Y ni siquiera fue con el famoso cambio de gobierno post 11M, sino cuatro años después. Y ya está. También es verdad que me gusta hablar mal del Psoe, criticarlo, e incluso ridiculizarlo. Lo que muchos no entienden es que si no me meto con el PP es porque por principio nunca los podré votar; mi implicación emocional con este partido es nula. Y es verdad que tampoco me da un especial miedo la posibilidad de que ganen. Así que para qué gastar energía. Eso sí, sé de mucha gente a mi alrededor que vota al PP. Y los quiero con locura (a ellos, no al PP). Porque así es la vida de contradictoria. En cuanto a lo que voy a votar en las próximas, la cosa está entre Rosa Díez, el Psoe o nadie. Aunque la Díez, desde que se fue a ver a la Aminatu, me parece una oportunista. Y el Psoe está más que quemado... Me sigue tentando lo de mantenerme al margen, pero tampoco quiero que me vuelvan a llamar facha y que encima sea con razón.
lunes, 22 de febrero de 2010
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2 comentarios:
Hay personas a las que les (nos) gusta hablar de política, estar informados, analizar estrategias, ver expectativas, comentar de las maniobras de tal o cual político, distinguir entre unos y otros, ....
Hace años era algo bastante común comentar entre compañeros, o incluso desconocidos en los bares, las crisis de gobierno, cotillear de política.
Pasaba con la política algo parecido a lo que sucede ahora con el fútbol. Cada uno tiene su equipo favorito, pero critica sin demasiada pasión los partidos (de fútbol)con amigos de otros equipos y cuando hay que emocionarse, se emociona uno y ya está.
Creo que la situación que dices que pasa ahora puede tener algo que ver con los medios de comunicación. Me da la impresión de que ya no se valoran los columnistas que investigan honestamente y dan claves y pistas entre líneas para los más avispados. Sólo en algunos confidenciales de internet hay algo de esto. Muchos medios de comunicación se limitan a copiar las notas de prensa o a dar opinines muy ideológizadas sin demasiada credibilidad. Así no hay mucho margen para hacer interpretaciones.
También, obviamente, hay un problema generacional. Con 16 o 17 años los de mi edad estabamos pegados a la radio de onda corta para escuchar Radio España independiente y la BBC, y luego, claro, la política era algo que se vivía con más intensidad a nivel nacional e internacional.
Lo de contar a los demás lo que has votado es otro problema.
Bueno, yo soy militante del PSOE, quizá una de las virtudes de los militantes de izquierdas sea poder criticar sin problemas a nuestro propio partido y en ese sentido aportar una visión distinta sobre algunas realidades. En ese sentido yo no tendría dudas y sabría a quien votar.
Bicos ricos
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