A veces una obra maestra puede hundir la carrera de un autor, al menos en lo que al prestigio se refiere. Por ejemplo, después de La casa de los espíritus, ¿ha escrito Isabel Allende algo que esté a la altura de ese influjo genial que tuvo su primera novela? La Allende ha seguido siendo divertida y a veces hasta sagaz, pero nunca nada de lo que ha escrito ha tenido ese calado emocional de su primera obra, ni siquiera esa Paula con la que lloraron lectores de medio mundo (incluido yo).
García Márquez son palabras mayores. Nada más lejos de mi intención compararlo con la Allende, independientemente de que La casa de los espíritus me llegue a mí de un modo más íntimo. Crónica de una muerte anunciada y El amor en los tiempos del cólera le valdrían a Gabo para ser considerado el mejor escritor vivo en español, pero NO son Cien años de soledad, esa novela que a pesar de ser un pelín machista puede literariamente con todo lo que se ha escrito en el siglo XX.
Vamos con la música. ¿Se acuerdan del Jagged Little Pill de Alanis Morrissette? Menudo bombazo, ¿verdad? Y ahora díganme el nombre de cualquiera de los otros discos que la canadiense ha sacado. ¿No? Pues venga, al menos alguna canción. Tampoco, ¿verdad?
Pero no caigamos en el tópico. No siempre es así. Y hay que tener cuidado, porque aunque a mí me encanten, son a veces esos tópicos los que condenan toda la obra de un artista después de haber hecho su masterpiece. Y no deja de ser injusto. A saber:
Madonna: Music
Pongámonos frívolos, que es Madonna. La increíble abuela elástica siempre ha sido una experta en superarse después de sus grandes discos, aunque no siempre se le haya reconocido. Estaba escuchando hoy en mi ipod el Music, que sacó en el 2000, dos años después del boom del Ray of Light, y las cosas como son, por mucho que en su día la Rolling Stone dijera que era "una versión basta e improvisada de su anterior trabajo", Music es un pedazo de disco. Quizá más irregular, quizá más raro o menos llamativo a primera vista, pero igualmente revolucionario, porque no es sólo un disco electrónico y ya está. Hay canciones como I deserve it o Gone, que en principio parecen ponzoña country y poco más, con una Madonna cantando más desganada que nunca, pero que tienen unos arreglos con sintetizador bestiales, que hacen que se te pongan los pelos de punta. Hay que esperar a la mitad de las canciones, pero merece la pena:
Almodóvar: Átame
La crítica ha dicho de todo de esta peli, especialmente que su mayor problema es la indefinición dentro de un género. Vamos, que Almodóvar no sabe si hacer reír o hacer llorar. Yo creo que en realidad esta peli es una joyita, y su único problema es que Almodóvar la hizo justo después del boom de Mujeres al borde de un ataque de nervios, que era una comedia perfecta. Átame no es mejor película, pero tampoco necesariamente peor. El tono de comedia no está tan logrado, pero ni falta que hacía, porque no se trataba de eso.
Anne Rice: Lestat el vampiro
Después de Entrevista con el vampiro, Anne Rice aprovechó para alargar la historia y hacer caja. Y la terminó alargando hasta el delirio, con unas crónicas vampíricas que al final no había quién se tragara. Pero la que que hizo justo después de la primera, Lestat el vampiro, es de lejos la más divertida de todas, mucho más incluso que la primera parte (también porque esa primera parte estaba muy bien, pero tampoco era una obra maestra que digamos).
Sam Mendes: Revolutionary Road
Pues qué quieren que les diga, American Beauty estaba bien, pero a mí nunca me pareció para tanto. Es más, me parece a mí que tenía cierto tufillo oportunista que le ha hecho perder vigencia con el tiempo. La historia es a la larga muy de los noventa. La banda sonora, considerada en su momento el no va más, suena ya trilladísima. Y la escena de la bolsa de plástico al viento termina siendo trascendentalismo postmodernoide y barato. A mí, a falta de que pasen los años para poderla juzgar en justicia, Revolutionary Road me parece una peli mucho más perfecta y desgarradora. Irónicamente, no se le dio tanto bombo a nivel de oscars y demás premios, pero creo yo que a la larga eso mismo le hará un favor al futuro de la cinta.
Fernando Meirelles: El jardinero fiel
En su momento, cuando vi Ciudad de Dios, no me disgustó. Pero me pareció que la abrumadora propuesta estética dejaba la historia un pelín diluida. Años después, con El jardinero fiel, flipé. Seguía habiendo una estética, pero aquí lo que Meirelles demostraba era su valía como narrador manejando una historia que en realidad son tres: la historia de amor, el best-seller político y la denuncia social. Difícil difícil, pero Meirelles sale más que victorioso, y por eso creo yo que ésta es mucho mejor película que la primera.
***
Hay más. Desde pequeño me ha gustado siempre más Indiana Jones y el templo maldito que En busca del arca perdida. Regreso al futuro parte II es un despiporre genial, que pone en entredicho y se ríe hasta de la sombra de su primera parte (la tercera no, la tercera es horrible). El imperio contraataca es infinitamente mejor que La guerra de las galaxias, por mucho que a los freaks les parezca esto una blasfemia. Y etcétera etcétera. Y no hablo de El padrino porque ya es un tópico soltado hasta la saciedad (y porque, ups, no las he visto...).
Hoy, con tanta serie de TV tan bien hecha, creo que el tópico está echado por tierra definitivamente. Montones de series se han hecho en los últimos años cuyas primeras temporadas apenan tenían fuelle, pero que después han cogido fuerza y han devenido en segundas o terceras temporadas geniales. Buffy, por ejemplo, que tiene una primera temporada bastante aburrida, (y que por eso cuesta tanto trabajo a la hora de convencer a neófitos). O miren los famosos spins-off, como Fraisier, que salió de la genial Cheers, pero que era igualmente genial. En España, lo poco que he visto de Aída me ha parecido siempre bastante mejor que lo poco que vi de Siete vidas. Y sí, no pasa lo mismo con Aquí no hay quien viva, que después de las dos primeras temporadas, alucinantes, no supo mantener el tipo: algo he visto de Lo que se avecina, y es gracioso, pero no es lo mismo.
Sólo digo que hay que tener cuidado con crucificar a los que tienen la suerte o el mérito de hacer una obra maestra, porque a veces, esa misma devoción por la obra maestra nos puede cegar para juzgar lo que venga después.
lunes, 14 de junio de 2010
Después de la obra maestra
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