jueves, 8 de mayo de 2008

Nuestros poetas, según Astrud (descacharrante)

Qué malos son, qué malos son,
qué malos son nuestros poetas.
Qué malos son, qué malos son,
qué malos son nuestros poetas.

Sólo hay que leer las cartas
que Guillén mandó a Salinas,
o escuchar a Gil de Biedma
leído por Carod-Rovira para verlo.

Qué malos son, qué malos son,
qué malos son nuestros poetas.
Qué malos son, qué malos son,
qué malos son nuestros poetas.

Sólo hay que mirar las fotos,
están en las hemerotecas.
Dámaso Alonso en El Pardo
y Luis Cernuda en Acapulco.
Los que se hicieron ricos,
los que murieron pobres,
enfermos, en el exilio,
Leopoldo y sus dos hijos, todos ellos.

Qué malos son, qué malos son,
qué malos son nuestros poetas.
Qué malos son, qué malos son,
qué malos son nuestros poetas.

Preguntadle a la viuda de Alberti,
si pudiera hablar Zenobia,
si estuviera vivo el bendito
padre de Jorge Manrique.
Si lo supiésemos todo
sobre algunos,
tanta metáfora
y tan poca vergüenza todos ellos.

Qué malos son, qué malos son,
qué malos son nuestros poetas.
Qué malos son, qué malos son,
qué malos son nuestros poetas.

Quevedo el putero y Góngora el lameculos,
Garcilaso el usurero y Rosalía la ludópata,
el maricón de Lorca y Bécquer,
que era un poco mariquita también.
Ferrater el desgraciado,
Gimferrer el pervertido,
los hermanos Machado,
el drogadicto y el maltratador.
San Juan de la Cruz
y Santa Teresa de Jesús...

Qué malos son, qué malos son,
qué malos son nuestros poetas.



Y esto es lo que Manolo y Genís, los componentes de Astrud, alegan sobre este jitazo: Escandalizados una vez más por los suplementos culturales, con artículos como "Toda la verdad sobre Juan Ramón", y por el abuso y la indiscreción de muchas biografías de escritores, en esta canción se lleva esta desvergüenza investigadora y sensacionalista de los críticos literarios de hoy en día al nivel televisivo de Salsa Rosa o Tómbola. Los rumores, las infamias, la actualidad y los prejuicios son las herramientas de los filólogos de ahora.

Yo, la verdad, es que antes de investigar sobre el verdadero sentido de la canción, casi que me gustaba más, por lo destroyer que me parecía, dadá en estado puro.

Es gracioso e irónico que algunas cosas, justo al cobrar sentido, dejen de tener tanta gracia...

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