jueves, 16 de octubre de 2008

La abuela tiene que estar negra, me dice Paco



La abuela es Madonna, que con sus 50 años y los pómulos recién operados, se ha quedado compuesta y sin novio. Guy Ritchie, en la flor de la vida a sus 40 años, la ha dejado en la estacada. Mi amigo Paco dice que tiene que estar negra, pero ella igualmente salió anoche al escenario de Boston, haciendo de tripas corazón, con su sonrisa impertérrita y con los mismos movimientos espasmódicos de toda la gira, bailando hip hop como una veinteañera. Y yo me pregunto si esto de debe a su capacidad de recomponerse física y emocionalmente o a una completa desconexión de la realidad.

En los últimos años Madonna parece estar constantemente a punto de descarrilar, aunque no termine de hacerlo. Por un lado sus conciertos siguen siendo espectaculares, y ella sigue bailando como una condenada. Por otro, su música es cada vez más facilona, por mucho que ella insista en que con el tiempo sus letras se han cargado de ironía (que hay que tener rostro para soltar eso y quedarse tan pancha). El problema es que todos sabemos que tiene 50 años, que está hipertrofiada e hiperoperada (las últimas intervenciones quirúrgicas ya no pasan desapercibidas, como quizá si ocurría con las que se hizo en los noventa), y que con 50 años tiene que haber algo detrás de sus berreos y sus espasmódicos pasos de baile. Tiene que haber un mensaje, por muy superficial que éste sea. Un mensaje que desde hace dos discos brilla por su ausencia. Y lo peor es que Madonna en su momento lo tuvo: un mensaje de liberación sexual, de rebeldía religiosa, en contra del conservadurismo. Vale, mensajes facilones, pero esto es música pop, no Heidegger. La cosa es que hoy ese mensaje, facilón o no, ha desaparecido. Desde el American Life Madonna no se ha atrevido más que a inventar ritmos vacuos y parece más preocupada en demostrar (miren las fotos) lo joven que está y lo vigente que sigue siendo.

Coge la letra de Like a Virgin o de Material Girl, dos de sus primeros éxitos, y compáralas con la letra de cualquier canción de su último disco, Hard Candy. Sí, la factura sonora es impecable, pero no transmite nada. En 25 años ha perdido la capacidad de escribir canciones con enjundia. Antes con cada disco asumía riesgos, sorprendía. Ahora hace letras vergonzantes, del tipo de

you don’t need to be beautiful
to be understood,
you don´t need to be rich and famous
to be good

o sea, de sonrojo. En los conciertos sí que vuelve a la carga con reivindicaciones políticas y sociales (que por otro lado son de una hipocresía tremebunda, pero que al menos son algo, y dan pie al análisis). En los discos, y en los videoclips, nada. Ella muy mona demostrando que los años no le hacen mella. Y esas canciones impecables pero huecas jamás se convertirán en auténticos hits o en los himnos generacionales que sí supo hacer en los 80 y 90. Madonna es, a los 50, mucho más fugaz y escurridiza que a los 25. Eso sí que es irónico, y no sus letras.

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