sábado, 11 de octubre de 2008

Me parto con don Álvaro



Acabo de leerme la obra del Duque de Rivas Don Alvaro o la fuerza del sino y aún tengo lágrimas en los ojos de la panzada de reír que me he pegado. No os confundáis. Me lo he pasado en grande, y no es que piense que la obra sea mala. Al contrario, creo que es de los más vistosa. Pero es que claro, hay momentos en los cuales el empalago romántico alcanza cotas vergonzantes, que para colmo el insigne Ángel de Saavedra adorna con ripios e hipérbatos como estos:
Leonor: Basta, Curra,
no mi pecho despedaces.
¿Yo a su amor no correspondo?
Que le correspondo sabes...
"No mi pecho despedaces". Estarán de acuerdo conmigo en que el verso es impagable. Como impagable es el encuentro a tres bandas entre Leonor, don Álvaro y el padre de ella, el Marqués, en el cuarto de la chica. Divertidísimo.

En el ecuador de la obra, el monólogo de Alvarito en la selva, emulando a Segismundo, tampoco tiene precio. Comienza así:
¡Qué carga tan insufrible
en el ambiente vital,
para el mezquino mortal
que nace en signo terrible!
La verdad, lo del "ambiente vital", no sé cómo tomármelo.
Más adelante, con las referencias a la tierra, es que entro en éxtasis:
¡Sevilla!!!¡Guadalquivir!!!
¡Cuál atormentáis mi mente!...
¡Noches en que vi de repente
mis breves dichas huir!...
Palabras que nos confirman a este Alvarito como un petardo de tomo y lomo.

Pero lo mejor son los finales de cada una de las cinco jornadas que componen la obra. De traca. De un destroyer delirante. Investigando sobre la obra he leído que incluso algún crítico ha sostenido la tesis de que el duque de Rivas no hace más que una parodia del drama romántico francés. Uno, mientras lee la obra, se siente tentado de pensar lo mismo. Por momentos me daba que lo que leía no era del siglo XIX, sino una bufonada escrita hoy para reírse de los románticos.

Pero es que en eso reside la grandeza del Romanticismo, en que alcanzó en sí mismo tales cotas de exacerbación que anula todo intento de parodia. Y de verdad que no lo digo como algo negativo. Repito que me lo he pasado en grande con este gafe de don Álvaro y su mala sombra. La prueba: ya estoy preparándolo como lectura obligatoria para los de 4º de la ESO. Les va a encantar.

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