jueves, 29 de enero de 2009

Inmersión en la chochi-literatura

Hace mucho que no hablo de libros, ¿verdad? Bueno, pues que no se diga que no he estado leyendo. Porque desde estas navidades hasta ahora me he tragado casi 3000 páginas de literatura de la mala, y lo fuerte es que no me he atragantado. Es más, me ha sentado muy pero que muy bien. Tampoco estaba la cosa como para finezas de alta alcurnia. Y estando como he estado bajo mínimos emocionales, es comprensible que me haya tirado al barro como lo he hecho.

El barro en sí, y mi tabla de salvación evasiva, han sido los cuatro libros de la saga Crepúsculo. Y sí, es verdad, si mi vida emocional no hubiera estado tan movidita, también habrían caído tarde o temprano. Los que leéis este blog sabéis que paso de lo sublime a lo vulgar con tremenda facilidad, y que además estos cuatro mamotretos, tratando de lo que tratan, y por muy mal escritos que estuvieran, me estaban llamando a gritos.

Porque mal escritos están, eso no lo dudéis. Otra cosa es que uno se dé cuenta de que la fórmula funciona, y que es normal que las quinceañeras se lean y relean estos libros. Más jevi es que lo haga yo, aunque prometa no releerlos.

Lo fuerte es que si comparo estos libros con otros bestsellers, como El código da Vinci, he de decir que al menos los de los vampiros son más honestos y bastante menos insultantes. Ha habido momentos de auténtico sonrojo, de dios mío lo que me estoy tragando, pero también otros momentos es lo que hasta me he emocionado. Con Dan Brown y sus misterios polémico-religiosos de mierda, me sentí insultado y ya está.

Lo poco bueno de los libros de los vampiros estaba al final de cada volumen. Porque además de estar mal escritos, los libros tienen una falta de ritmo bastante desesperante. En ninguno de ellos sucede nada interesante hasta el final. Con el primero, la excusa puede ser una supuesta pretensión de pausar la acción para centrarse en los sentimientos amorosos (los cuales Stephenie Meyer no sabe describir con gracia alguna, pero bueno). Con los otros, la excusa ya no colaba tanto. Aun así, había otras cosas a las que agarrarse.



Venga, libro por libro:

Crepúsculo es flojito. Fijáos que la película, que es mala, resulta ser mucho mejor. Y me imagino que lo mismo sucederá con las secuelas. Aun así, repito, la fórmula es magistral. Vampiros adolescentes y un instituto. ¿Qué más se le puede pedir a la vida?

Luna nueva es el mejor libro de los cuatro. ¿Por qué? Porque la Meyer lo que hace es coger el argumento de Romeo y Julieta y adaptarlo a sus personajes, sólo que con el final feliz. Así cualquiera, porque a Shakespeare no hay quien se lo cargue. Además en Luna nueva surge el desamor (el vampiro Edward desaparece y deja a la prota, Bella, más tirada que una colilla). Este mal rollito es, narrativamente, como todo el mundo sabe, mucho más interesante. Por último, este desamor hace cuajar el trío amoroso con Jacob, que para colmo se descubre que es un hombre lobo. Vamos, que en este libro por lo menos pasan cosas.

Eclipse es el peor. No pasa nada. Absolutamente nada, hasta las últimas cien páginas. Y encima es el volumen que incluye más momentos de esos de vergüenza ajena, y donde la Meyer, que es mormona (sic.), escudada ya en el éxito, se permite incluir más moralina religiosa de una forma descarada. Cuando el vampiro Edward le pide a Bella no hacerlo hasta que estén casados, es el despiporre. Pero lo fuerte es que yo seguía leyendo.

Amanecer es el último de la saga y el más largo. Por lo visto muchos fans se decepcionaron con este libro. Creo que es porque aquí la autora se inventa unas tramas que rozan el delirio. Pero para mí eso es precisamente lo que hace que la historia vuelva a cobrar fuerza. Delirante es todo desde el principio, así que qué más da. Además en este cuarto volumen, la Meyer hace descansar un poquito de su función de narradora a la petarda de Bella, y le da la palabra a Jacob, el tercero en discordia de la historia, cosa que se agradece.

Pues eso, que mientras El Quijote sigue esperando en la estantería (o más exactamente en las cajas de mudanza), ya veis que no sólo me permito el lujo de leerme estos libritos de marras, sino que además voy y los critico en mi blog. Qué quieren, uno es humano (un humano muy muy petardo...).

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