sábado, 18 de abril de 2009

El despecho (tres versiones)

I. Bécquer: las Rimas

Dices que tienes corazón, y sólo
lo dices porque sientes sus latidos;
eso no es corazón..., es una máquina
que al compás que se mueve hace ruido.

* * *

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres....
ésas... ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.

Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día....
ésas... ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar,
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.

Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido..., desengáñate,
así... ¡no te querrán!

II. Wilde: De profundis

Querido Bosie:

Después de larga e infructuosa espera, he decidido escribirte yo, tanto por ti como por mí, pues no me gustaría pensar que he pasado dos largos años de prisión sin recibir de ti ni una sola línea, ni aun noticia ni mensaje que no me dieran dolor.

Nuestra infausta y lamentabilísima amistad ha acabado en ruina e infamia pública para mí, pero el recuerdo de nuestro antiguo afecto me acompaña a menudo, y la idea de que el aborrecimiento, la amargura y el desprecio ocupen para siempre ese lugar de mi corazón que en otro tiempo ocupó el amor me resulta muy triste; y tú mismo sentirás, creo, en tu corazón que escribirme cuando me consumo en la soledad de la vida de presidio es mejor que publicar mis cartas sin mi permiso o dedicarme poemas sin consultar, aunque el mundo no haya de saber nada de las palabras de dolor o de pasión, de remordimiento o indiferencia, que quieras enviarme en respuesta o apelación. No me cabe duda de que en esta carta en la que tengo que escribir de tu vida y la mía, del pasado y el futuro, de cosas dulces que se tornaron amargura y cosas amargas que pueden trocarse en alegría, ha de haber mucho que hiera tu vanidad en lo vivo. Si así fuera, vuelve a leerla una y otra vez hasta que mate tu vanidad. Si algo encuentras en ella de lo que te parezca ser acusado injustamente, recuerda que hay que agradecer que existan faltas de las que se nos pueda acusar injustamente. Si hubiera en ella un solo pasaje que lleve lágrimas a tus ojos, llora como lloramos en la cárcel, donde el día no menos que la noche está hecho para llorar. Eso es lo único que puede salvarte. Si vas con lamentaciones a tu madre[…]estarás totalmente perdido. Si encuentras una sola excusa falsa para ti, enseguida encontrarás un ciento, y serás exactamente lo mismo que fuiste antes. ¿Sigues diciendo, como le dijiste a Robbie en tu contestación, que yo «te atribuyo motivos indignos»? ¡Si tú no tenías motivos en la vida! No tenías más que apetitos. Un motivo es un propósito intelectual. ¿Que eras «muy joven» cuando empezó nuestra amistad? Tu defecto no era que supieras muy poco de la vida, sino que sabías mucho. El alba de la juventud, con su flor delicada, su luz clara y pura, su alegría inocente y expectante, tú la habías dejado muy atrás. Con pies muy raudos y corredores habías pasado del Romance al Realismo. La cloaca y las cosas que en ella viven habían empezado a fascinarte. Ése fue el origen del problema en el que buscaste mi ayuda, y yo, nada sabio según la sabiduría de este mundo, por compasión y simpatía te la di.

Tienes que leer esta carta de principio a fin, aunque cada palabra sea para ti el fuego o el escalpelo del cirujano, que hace arder o sangrar la carne delicada. Recuerda que el necio a los ojos de los dioses y el necio a los ojos del hombre son muy distintos. Siendo enteramente ignorante de los modos del Arte en su revolución o los estados del pensamiento en su progreso, de la pompa del verso latino o la música más rica de las vocales griegas, de la escultura toscana o el canto isabelino, se puede estar lleno de la más dulce sabiduría. El verdadero necio, ése del que los dioses se ríen o al que arruinan, es el que no se conoce a sí mismo. Yo fui de ésos demasiado tiempo. Tú has sido de ésos demasiado tiempo. No lo seas más. No tengas miedo. El vicio supremo es la superficialidad. Todo lo que se comprende está bien. Recuerda asimismo que lo que para ti sea penoso leer, aún más penoso es para mí escribirlo. Contigo los Poderes Invisibles han sido muy buenos. Te han permitido ver las formas extrañas y trágicas de la Vida como se ven las sombras en un cristal. La cabeza de Medusa, que petrifica a los hombres, a ti se te ha dado mirarla en espejo solamente. Tú has caminado libre entre las flores. A mí me han arrebatado el mundo hermoso del color y el movimiento.

III. La casa azul: Como un fan

¿Qué quieres que te diga?
¿Que mi vida va genial?
¿Que todo transcurre tal
y como lo pensé, tal cual sin más?
¿Que todas mis decisiones
pasan por un auto-tune de aciertos?
Qué más da… si no lo vas a escuchar.

¿Qué quieres que te diga?
¿Que escogiste lo mejor?
¿Que ya no quedaba amor?
¿Que no me merecías porque eras lo peor?
¿Que tengo mil ilusiones?
¿Que ya no queda ni un gramo de pena?
Qué más da... nunca supiste escuchar.

¿Qué quieres que te diga?
¿Que el tiempo va a mejorar?
¿Que el gobierno está fatal?
¿Que el Barça hoy ha vuelto a pinchar?

¿Qué quieres que te diga?
¿Que sin ti no puedo más?
¿Que mi vida se rompió
cuando te fuiste sin pensar que
nunca,
nunca más me iba a recuperar?
Porque cuando tú jugabas yo creía
que lo que hacías era amar.
Y mientras
yo me enamoraba, como un fan,
de tu voz, de tus amigos, de tu ropa
y de tu manera de mirar.

¿Qué quieres que te diga?
¿Que prefiero pasear
por la playa y escuchar
a Billy Joel o quizás a Ben Folds Five?
Porque sé que tú los odiabas:
no eran suficientemente indies.
Qué más da.... tú siempre fuiste lo más.

¿Qué quieres que te diga?
¿Que el trabajo no está mal?
¿Que cerraron el local
donde solíamos tocar?

¿Qué quieres que te diga?
¿Que me arrancaste el corazón
y hoy se te ocurre venir a pedir perdón
después de un siglo o dos?

Nunca,
nunca más me voy a recuperar,
porque cuando tú jugabas yo creía
que lo que hacías era amar.
Y mientras
yo me enamoraba, como un fan,
de tu voz, de tus amigos, de tu ropa original,
de tu habitación, de tu portal,
de tus discos viejos de los Clash.

De toda tu maldad.

1 comentario:

Pepa dijo...

¿En esas estamos?
Lo de Bécquer sirve siempre para un roto o un descosido. Pocas veces se plantea como el recuerdo de lo fugaz e irrepetible, del tiempo no recobrado.
Bosie. Siempre lo he envidiado por haber concitado tales palabras de amor de un hombre.
Lo último, "Como un fan", que aparece sin firmar es bellísimo y pathético.
Un besito, Pepa