Ha sido con Y de repente, un ángel, una novelita muy sencilla y con pocas pretensiones, que se lee en un pispás, pero que es pura ternura. Bayly habla sobre pérdidas y recuperaciones, sobre el rencor y el perdón, y aunque trata temas muy duros, lo hace desde una óptica optimista, que nada tiene que ver con el decadentismo chungo que rezumaba el otro libro.
Ese ángel al que se refiere el título es todo un hallazgo literario: la cholita Mercedes, un personaje que es el vértice de la novela y que es puro corazón. Y atención a su manera de hablar, puro peruano que Bayly capta con tremenda gracia, y que me ha recordado a aquella carta que Pochita, la de Pantaleón y las visitadoras, le escribía a una amiga en el libro de Vargas Llosa.
Fíjate tú, en este momento de pérdidas en el que mi alma necesitaba un bálsamo, ha sido el cínico y canalla de Bayly quien me lo ha dado.
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