lunes, 22 de septiembre de 2008

GH 10 arrasa. Las razones del (supuesto) desatino

1) Mercedes Milá, que se come la cámara como ningún otro presentador, estuvo como siempre genial. Más hiperbólica que nunca, arrasó con todo: con los de sonido, con el público en el plató, con los concursantes y hasta con los espectadores. Está hecha una auténtica perraca, la muy zorruna.

2) El cásting de esta edición es el más delirante de todos. La novedad es que ha terminado la dictadura choni. En ésta edición, afortunadamente, son minoría. Ahora lo que se lleva es el frikismo. A saber:

- Una setentona peliteñida más salida que el pico de una mesa.
- Una cuarentona borderline que dice tener 37, que sólo sabe ladrar cual perra en celo (y esto es literal, ella ladra: ¡guau guau guau!) y que se considera a sí misma creativa publicitaria. El despiporre.
- Dos chonis (un espécimen femenino y otro masculino) con el mismo historial: plantados en el altar.
- Otros dos especímenes chonis (masculino y femenino) de las Islas Canarias. O sea, morenitos y con el encefalograma plano.
- Unos cuantos chonis más, entre ellos un espécimen femenino talla mini y dos o tres chulitos de discoteca de tres al cuarto, de esos que se te presentan con americanas blancas y piensan que van elegantes (arg).
- Un freak hiperactivo con ínfulas de Jim Carrey, un acento catalán imposible y unos labios más recauchutados que las tetas de las chonis femeninas previamente mencionadas.
- Una china con cara de qué hago yo aquí.
- Y el mejor, para el final: un mariquita de provincias con descompensación hormonal y una pérdida de aceite más grave que la de la furgoneta de Locomía, que niega su homosexualidad valientemente y lo hace con pruebas, mostrándonos en cámara a su (pobre) novia. No os lo perdáis. Para mí es el ganador:



y 3) Los momentos sit-com dentro de la casa se sucedieron con un ritmo vertiginoso. Menudo regalo para los guionistas del programa, que debieron frotarse las manos. Los concursantes parecían seguir todo el rato el guión de una de esas telecomedias americanas, con momentos realmente brillantes. Las risas desde el plató, claro está, no dejaban de escucharse.

No puedo esperar al próximo martes. De verdad. Y creía que esto ya lo tenía superado. Que el mundo de la tele ya no me perseguía, y que estaba reformado en mi nueva tarea como profe de lengua. Pero con genialidades como ésta que nos despachó Telecinco anoche, no hay quién se resista.

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