lunes, 9 de noviembre de 2009

Los nuevos visitantes y el individualismo americano



El primer capítulo de la nueva V no ha estado nada mal. Los guionistas le han sabido dar la vuelta al punto de partida de la serie original, porque el efecto sorpresa en el que se basó aquélla (vamos, que son lagartos), desaparece por completo en el remake. ¿Qué hacer entonces? Pues replantear el punto de partida. Y así han hecho.

La idea de que los vistantes están entre nosotros ya desde hace años funciona, aunque culparlos de las guerras y de la crisis económica para que en el momento de la revelación aparezcan como salvadores suena un poco ridículo. Lo que sí está bien es el momento en el que Anna, la comandante en jefe de los visitantes, propone un sistema de salud pública universal, provocando la desconfianza en el periodista (y en el espectador) que tiene enfrente. Qué gracia, es la misma desconfianza que el americano medio tiene hacia la reforma sanitaria de Obama, algo que los europeos no entendemos, pero que Elvira Lindo explicó muy bien en este artículo. Los americanos serán todo lo que queramos, pero parece que ese individualismo feroz y esa manía de salir adelante por uno mismo sin la ayuda de los demás tienen también sus cosas buenas. Lo de la seguridad social se les resiste, vale, pero tampoco serían los más proclives a dejarse avasallar o someter fácilmente, ni por un sistema fascista o comunista como los que hemos tenido en Europa, ni por unos visitantes con piel de lagarto deseosos de reclutar esclavos entre la especie humana. Con los americanos lo tendrían más que difícil.

¿Es eso en el fondo lo que cuenta la serie? No creo que la cosa llegue a tanto, pero por lo menos en este primer capítulo sí he visto ese poquito de chicha en forma de teoría política, más allá de los estupendos efectos especiales, que también los hay.

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