domingo, 22 de noviembre de 2009

Venecia, en el desierto


Llegamos a Las Vegas de noche. Tarde, muy tarde. Y el primer hotel fue The Venetian. Ya había estado unos años antes en la verdadera Venecia, y la impresión, en ese duermevela, fue la de haber vuelto. Las Vegas es un parque temático hortera, que me saturó al día siguiente y que pierde el encanto a la luz del día, con los hoteles rodeados de solares y grúas y ese sol de Nevada que ilumina cada una de las imperfecciones de la ciudad más recargada y a la vez más desangelada del mundo.
Pero de noche el hechizo funcionaba. O por lo menos así me sucedió con esta Venecia en la que no faltaba ni el Gran Canal, ni la plaza de San Marcos, ni el Campanile, ni el puente de Rialto. Era impresionante. Están locos estos americanos, pensaba, con una sonrisa tonta y los ojos iluminados.
Hoy me he encontrado en la Sexta con un reportaje sobre su construcción. Lo que a los italianos costó siglos, los americanos lo hicieron en dos años. Están locos estos americanos.
 

1 comentario:

Anónimo dijo...

A mi el que mas me gusto fue el Bellagio y el que mas gracia me hizo fue el Excalibur y el Caesar's.

PD: Yo me monte en gondola. No pare de reir. Aunque odie Las Vegas por que no podia estar en frente de una tragaperras dos minutos seguidos, asi que me iba a la recepcion del Stratosphere, compraba un Hot Chocolate y una cookie en el Starbucks de la recepcion y subia a ver Rebelde en Univision TV. Espero que nunca me olvide de eso.