martes, 23 de marzo de 2010

Causas y consecuencias / La importancia del tópico

En 3º de BUP me tocó el profesor de historia con más fama de duro de todo el instituto. Un profesor que daba interminables listas de apuntes que nosotros cogíamos como borregos, y con el que lo único que aprendí es el arte de ir sintetizando los contenidos a medida que nos largaba su tedioso discurso, porque desde el principio me negué a pasar a limpio, cada tarde, esas cinco o seis páginas diarias que soltaba por su boca.
Este profesor en cuestión entendía la historia desde el punto de vista más estrictamente marxista. Bueno, eso no lo sabía entonces, claro. Lo deduje con el tiempo. Con él la historia se reducía a un eterno cambio de paradigmas o sucesivos statu quo, y el estudio de las causas y consecuencias de esos cambios. Así, las causas políticas, económicas, demográficas y sociales se correspondían siempre con sus equivalentes consecuencias políticas, económicas, demográficas y sociales. Crisis, cambio; crisis, cambio; crisis, cambio. Una perspectiva muy moderna que me hizo entender a la perfección en qué consistieron las diferencias entre, por ejemplo, Edad Media y Edad Moderna, o Antiguo Régimen y Nuevo Régimen, o la Rusia prerrevolucionaria y la Rusia comunista.

Hasta ahí genial. Pero en la otra clase estudiaban la historia de otra manera. Más a la antigua. Y a mí me daba una envidia tremenda. En la otra clase se tenían que saber la lista ordenada de todos los Austrias y Borbones, que yo nunca estudié. Estudiaron la locura de Juana la Loca por Felipe el Hermoso, y sabían, claro está, por qué a Juana la Loca la llamaban la Loca. Cosa que yo ignoraba. Sabían de todo lo que ocurrió el día de la toma de la Bastilla, o de los entresijos palaciegos en la corte zarista de Rusia. Yo, sin embargo, de Rasputín, ni idea.
Esa envidia no era consciente. Yo creía que tenía una mejor perspectiva de la historia en su conjunto. Confirmé esta idea cuando en COU tuve que estudiar a Marx, al darme cuenta de que todo el rollo ese del materialismo histórico yo ya me lo sabía a la perfección. Y cuando en la facultad, en Sociología, estudiamos a Max Weber y su Ética protestante o el espíritu del capitalismo, y tuvimos que echar por tierra las teorías marxistas, estaba mucho mejor preparado que mis compañeros para comprenderlo todo.

Pero seguía sin saber ordenar a los reyes de España. Y creo que aún hoy me costaría bastante trabajo: los Católicos, Carlos V, Felipe II y para de contar.

Lo peor de todo es que, de esa visión marxista de la historia, de esas causas y consecuencias y de esos cambios de paradigmas, tampoco recuerdo demasiado. Sólo que al final siempre se reducían a lo mismo: crisis económica que da lugar a una crisis política, demográfica, social y cultural. Revolución y nuevo statu quo. Algunas veces un intento de vuelta atrás, como la Restauración en España (es España hemos sido siempre muy de vueltas atrás), y poco más.

Y no es que esté en contra de la visión marxista de la historia. Ni mucho menos. Es que creo que no lo es todo. Creo que cada cosa tiene su momento, y que si no sé qué rey va después de Felipe II, las causas políticas y económicas del cambio del Antiguo al Nuevo Régimen me van a importar muy poco.

***

Y eso que era 3º de BUP, con 16 años. Ahora, el desprecio de los contenidos y del anecdotario hace que los currículos de lengua e historia de la ESO (de 12 a 15 años) sean aún más abstractos. Me explico:

1) En primero de la ESO se intenta que los niños distingan entre géneros literarios, cuando no han leído una novela en su vida, o no se han aprendido una poesía en su vida. Les cuentas que la narración es contar historias, frente a la lírica, que es cantar o recitar. Pero... ¿alguna vez alguien les ha hecho aprender y recitar de memoria un maldito poema? (Y no me meto con la LOGSE ni con la LOE ni esas últimas y denostadas leyes educativas; a mí, en la EGB, me hicieron aprender y recitar muy pocos poemas de memoria, y ahora escucho a mi abuela, con alzheimer, recitar las Coplas de Manrique de corrido, y me da una envidia que te cagas; y en esas estoy, intentando aprendérmelas yo ahora, con 30 tacos, de memoria, igual que el primer capítulo de Platero, o el Romance de la luna, luna de Lorca).

2) En el libro de 2º de la ESO de Oxford, al estudiar el lenguaje poético, se habla de imágenes racionales y no racionales, de sinestesias y de símbolos, antes de definir lo que es una metáfora. Antes incluso de incluir unos cuantos poemas con unas cuantas metáforas para que podamos disfrutar de su lectura. Me lo expliquen.

3) En este mismo libro, a la hora de estudiar la sintaxis, parece que los sintagmas lo son todo. Primero el nominal, luego el verbal (hasta ahí ok), luego el adjetival y por último el adverbial. Esto está llevado hasta las últimas consecuencias, y así, el atributo y el complemento predicativo se aprenden antes que los complementos circunstanciales. ¡El predicativo antes que los circunstanciales! Arggg!

4) En 3º de la ESO algunos libros (Santillana, por ejemplo) pretenden enseñar Renacimiento y Barroco como ese continuum que las perspectivas más modernas consideran. Y que conste que yo estoy de acuerdo en que son un continuum, pero no en que eso lo hayan de comprender niños de 14 años, después de leer apenas un soneto de Garcilaso y otro de Quevedo. ¿Qué tiene de malo decirles que son lo contrario? Aprender, por supuesto, es acabar con tópicos y prejuicios, pero sin tópicos y sin prejuicios (en el buen sentido de la palabra), ¡no tienes nada de donde partir! Además, que para eso hay un Bachillerato...

5) Igual con el Culteranismo y el Conceptismo. Explica tú, guapo, en 3º de la ESO, que en el fondo son las dos caras de una misma moneda. Y sí, es verdad que este caso no se suele dar, pero entonces ¿por qué el siguiente sí?

6) En 4º de la ESO el libro de Akal (de un nivel enciclopédico que me apabulla incluso a mí) plantea Modernismo y Generación del 98 como lo mismo. Esto implica, claro está, una definición ambigua y muy poco delimitadora, porque a ver qué tiene que ver el Azorín de Castilla con las Figulinas de Manuel Machado. Y no hablo de Darío porque ahí el libro de Akal sí que decide meter bisturí y arrancar de cuajo toda la literatura hispanoamericana y postergarla al último tema del libro. Así que intenta tú explicar el Modernismo mezclado con el 98, y sin tirar de un sólo poema de Darío. Yo, claro, ni lo intenté. No hubiera sabido cómo.

***

Pues eso, que es verdad que las cosas no son ni blancas ni negras, sino grises. Que todo es relativo en este mundo. Pero que el relativismo en la enseñanza media (en el Bachillerato o en la Universidad es otro cantar) no sirve de nada. Con lo bonito que es encontrarte con un 2º o un 3º de la ESO con la cabeza bien amueblada de tópicos y prejuicios sintácticos, para poder llegar un día y escribir en la pizarra:

LOS PROFES DE LENGUA SOMOS UNOS MENTIROSOS
Hasta ahora nos habían dicho que ser, estar y parecer son siempre copulativos, pero... ¡era mentira!

Ésta es, por ejemplo, una clase que me encanta dar. Y si los niños han aprendido antes bien esa visión simplista de los verbos copulativos, es un gusto cargarse el tópico. Pero claro, sin esas "mentiras" previas, no hay revelaciones que valgan. Y es que ya no es sólo una cuestión de lógica. Algunos prejuicios y tópicos, aunque sólo sea por el gusto de aprender a cargárselos, merecen la pena.

1 comentario:

Elisa dijo...

No puedo pasar por esta entrada sin dejar un comentario, me ha encantado. Siempre me gustan tus artículos porque dices lo que piensas y lo dices bien y, supongo, porque suelo estar de acuerdo contigo.
Todo lo que dices de los libros de texto lo sufro a diario como profe de Lengua, y cuando estudio historia con mi hijo de 4º de ESO (sí, no me queda otro remedio, es incapaz de hacerlo solo) me indigna esa serie de abstracciones sin un dato al que pueda agarrarse la imaginación para comprender cómo vivían aquellas personas.