viernes, 3 de julio de 2009

Millennium: doble (y frío) input



No sé si es que últimamente todo lo que leo (y veo) me deja frío. Pero así me ha pasado con Los hombres que no amaban a las mujeres. Me refiero al libro y a la peli. El libro me lo terminé ayer, a las cuatro de la mañana. La peli la he visto esta misma noche. Y me han dejado frío por causas distintas. Pero frío al cabo.

Conste que el libro me ha gustado bastante más. Conste también que no digo que la peli sea mala. Un poco larga sí, pero mala, no. Creo incluso que me habría gustado más si no hubiera leído el libro. Al contrario de lo que leído por ahí, en las críticas, la peli sigue demasiado paso a paso ciertos derroteros de la novela. Las pesquisas investigatorias de los dos protagonistas, por ejemplo, se hacen pesadas, porque son las mismas del libro. Hay cosas que se cambian, por supuesto, y como espectador casi prefería esos cambios, porque lo que era igual, apenas veinte horas después de acabar el libro, me aburría.

El libro de Stieg Larsson se lee solo. Y no es un bestseller facilón, sino una buena novela de misterio, bastante inteligente. A Larsson se le pilla en su manera de escribir, en su técnica para crear tensión, ya desde la mitad de la novela. Pero muchos otros bestsellers suelen ser así, y eso no ha impedido que me gustaran. Y yo no sé qué le he echado en falta a esta primera parte de Millennium para que me dejara frío, pero así ha sido.

¿Será el rollo sueco? Hace poco vi la peli Déjame entrar, y a pesar de tocar el tema vampírico desde una perspectiva a priori muy interesante, también me dejó frío.

¿Será la nieve? La cosa es que hoy, en el cine, helado con el aire acondicionado de la sala y con las eternas y suecas nieves, sólo me he sentido realmente bien durante la secuencia en Australia, todo desierto y sol. Mi corazón ha entrado, un poquito, en calor.

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