domingo, 2 de marzo de 2008

“Federico enseña a leer música a Isabel”


Ése es el pie de la foto (la más tierna que he visto en mi vida de Lorca) que antecede a la narración de Isabel García Lorca en Recuerdos míos, una pequeña joyita de libro, que alcanza su culmen en la página 195. Estamos en 1936, la guerra ya ha estallado y a Isabel la pilla en Madrid, preparando oposiciones:

En casa de Bernardo Giner me enteré de lo de Federico. Sonó el teléfono. Lo cogí yo. Y una voz femenina preguntó por la señora Elisa. Le dije que no se podía poner, que estaba en cama con una ciática aguda, y que, si quería, podía dejar un recado. La voz me dijo: “Solamente dígale usted que es verdad, que han matado en Granada a Federico García Lorca”. Solté el teléfono (recuerdo que era de pared) y me fui resbalando hasta caer al suelo. Aún veo moverse el fatídico péndulo. No veía otra cosa más que el ir y venir del teléfono negro zumbándome al oído.

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