Pero como Madrid es para los españolitos nuestro Nueva York particular en mitad de la meseta castellana, y como creo que esta ciudad se ha forjado de un modo parecido a la gran urbe por antonomasia, el dicho me parece más que aplicable.
Todo esto viene a cuento de un artículo que he leído hoy en El País, de Eduardo Verdú, un columnista que hasta hace poco no tenía ubicado (sigo sin saber nada de él), pero que a veces parece que me lea la mente. Ya hace poco me pasó cuando hablaba de los restaurantes madrileños, y ahora me encuentro con este otro artículo que no podría resumir mejor el sentido de lo que es para mí vivir en Madrid (con sus luces y sus sombras, que no todo va a ser bueno).
Eso sí, por muchas sombras que haya, y aunque todo no sea más que un espejismo, yo me quedo en Madrid. No sé si es una postura estética, vital o filosófica. No sé si es el síndrome escapista del cateto de provincias, un rechazo de mi infancia o simplemente que me lo pide el cuerpo. Sólo sé que Madrid tal vez no sea mi tierra, pero sí es mi casa.
El vídeo es de Doctor en Alaska, de ese maravilloso capítulo titulado The Quest en el que Joel por fin se reencuentra con Nueva York y le manda la postal a O'Connell. Uno de los momentos más bellos de toda la serie:
2 comentarios:
Qué maestría tienes para tocarme la fibra, joío.
No puedo por menos que sumarme a esta suerte de manifiesto. Me quedo en Madrid.
/Users/halcon/Desktop/New York State Of Mind.mp3.zip
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