lunes, 2 de marzo de 2009

La duda inquietante: ¿qué hacerles leer?

¿Cuál es tu criterio al elegir las lecturas obligatorias de cada trimestre para tus alumnos? Me preguntó una vez un tío muy inteligente, pero con una clara intención tramposa. Las que me gustan a mí, las que fueron mis preferidas en mi infancia y adolescencia, respondí tan alegremente. Entonces él se sacó el as de la manga, y empezó a echarme en cara que eso era claramente una forma de fascismo, porque era una imposición de mis gustos a unos chavales fácilmente moldeables. Es verdad, le dije, pero es que no encuentro otra manera mejor de motivarlos, me es prácticamente imposible obligarlos a leer algo que a mí no me gusta. Los chavales se lo huelen rápido, y no se lo leen. Sin embargo, si a mí me ven ilusionado con el libro, no te digo que se vayan a lanzar a él ávidamente, pero por lo menos le darán una oportunidad. Además, qué coño, que mandar una lectura no consiste sólo en eso, sino que exige un seguimiento si no diario, sí al menos semanal, especialmente en los niveles inferiores, y yo como profesor también quiero disfrutar de ese seguimiento, y que haya una retroalimentación continua.

También me ha pasado alguna vez que una lectura en la que yo apenas confiaba, ha resultado ser todo un éxito. Fue con una adaptación de La Odisea de Vicens Vives. A mí las aventuras, por mucho que sean clásicas, nunca me han gustado. Siempre me ha provocado ansiedad eso de tener que seguir las vicisitudes de los protagonistas lejos de casa. Pero a los chavales este libro les apasionó. ¿Qué pasa entonces? Pues que, si les tienes un mínimo respeto a esos chavales, tú, como profesor, tienes que ir al libro e intentar verlo desde una nueva perspectiva, y lo que antes ha gustado a los chavales, te terminará gustando también a ti.

Pero a lo que iba: esto suele ocurrir menos. Lo normal es que yo, como profe, decida sobre la base de lo que me ha gustado a mí. Esta sutil forma de imposición me ha funcionado sobre todo en los niveles más bajos, donde lo último que piensas es en clásicos, pero también lo aplico en esos niveles altos (3º y 4º de l
a ESO), a pesar de que mi postura no sea siempre aplaudida por mis compañeros de departamento. Qué quieren, a mí lo último que se me ocurre es mandarle algo de Galdós a un chaval de 16 años. O pon un Baroja, por ejemplo. El año pasado lo intenté yo mismo con La busca y se me atragantó a mí, conque imagínate a ellos. Para esos autores duros de roer, ya está el Bachillerato.

¿Y qué lecturas son las que más me han funcionado? Pues ahí va un repaso a algunas de ellas, así como los cursos en las que las he usado:


Manolito Gafotas, que es un libro de primaria, pero que vale para los recién llegados al instituto, más que nada porque llegan con un nivel tan pésimo que en la primaria no han visto ni por asomo un libro de más de 30 páginas. Lo bueno de estos libros es que aunque sean tremendamente infantiles, los chavales no los suelen rechazar, porque como literatura costumbrista los libros son un crack. Elvira, hija, qué haríamos sin ti. Los chavales que en el instituto tienen un gran desfase no son capaces de leer nada medianamente complicado, pero tampoco quieren tragarse infantiladas, porque ya son adolescentes, con otros gustos. Por eso los Manolitos suelen funcionar, porque son mucho más que libros infantiles.

Un agujero en la alambrada, de François Sautereau. En principio el post iba a estar dedicado exlusivamente a este libro, pero es que al final me he calentado. Un agujero... fue mi libro favorito de la infancia, y eso que la primera parte me costó leerla. Actualmente está descatalogado, pero cada año lo suelo fotocopiar a destajo para los de 1º, y funciona bastante bien. La primera parte, como decía, es más dura, y necesita más seguimiento. En la segunda parte la trama se dispara, se pone muy emocionante, y se les puede dejar solos leyéndolo. A lo mejor no les apasiona a todos, pero siempre hay dos o tres en cada clase que suelen alucinar con la historia, igual que me pasó a mí años atrás.

La historia interminable. Ya os he dicho que jamás me gustaron las aventuras, pero este libro fue la única y gran excepción de todo lo que leí en mi niñez (en la cual jamás quise saber nada de enanos, hadas o hobbits). Pero es que el libro de Michael Ende es mucho más. Podría decir que es uno de los mejores tratados que se han escrito jamás sobre la creación literaria, pero eso a los chicos les da igual. Aun así, algo les llega también de esas reflexiones. Y eso es lo bueno del libro, que tiene mil niveles distintos de lectura, y que por eso vale para cualquier nivel de la ESO. Yo el año pasado lo usé en un 1º pata negra. Este año, el nivel es pésimo, pero igual les está gustando. Lo que este libro no pueda...

La ciudad de las bestias. La Allende se lo monta muy pero que muy bien en esta novela de aventuras de trasfondo ecológico, dirigida al público más joven e ideal para un 1º o un 2º. Después hay una segunda y una tercera parte, o sea, que puede servir de anzuelo para que muchos de ellos sigan leyendo.





Como un espejismo. Este libro de apenas 100 páginas engancha en cualquier nivel. No trata apenas de nada, sólo del amor de verano de un chico en un pueblo de montaña catalán. Pero es que está muy bien escrito, y como decía una compañera mía del departamento, "les gusta porque en el fondo no es literatura juvenil". No le falta razón. Los protagonistas son jóvenes, pero la forma de contar las cosas es de una lucidez apabullante.

Llámame simplemente Súper. Otro libro de cabecera de mi infancia. Es algo deprimente, pero está muy bien escrito e igualmente son tan sólo unas 100 páginas. Para un 2º es ideal.









Memorias de Idhún. Más aventuras, pero es que Laura Gallego las cocina muy bien. En este libro hay de todo para hincarle el diente. La fantasía, sí, está ahí, pero también una historia de amor a tres bandas que termina enganchando a chicas, y también a la mayoría de los chicos. No hay nada como un trío amoroso para que el interés narrativo suba como la espuma. También funciona de maravilla como anzuelo para que después los chavales se lean por su cuenta la segunta y tercera parte, que por lo que me han contado (yo no las he leído) son bastante más densas y profundas.


La trilogía de Getafe, escrita por Lorenzo Silva y compuesta de los títulos Algún dia, cuando pueda llevarte a Varsovia, El cazador del desierto y La lluvia de París. Para 3º y 4º son ideales, y suele encantarles, aunque es verdad que en estas edades los gustos están más definidos y te puedes encontar con todo tipo de respuesta entre los chavales. No digo que sean libros imprescindibles, pero sí muy valiosos. El nivel literario es bueno, y las historias les ayudan a trabajar la introspección y a conocerse más a sí mismos en ese duro paso de la infancia a la juventud. A las chicas les suele gustar más.

El guardián entre el centeno. Lo suelo mandar porque es uno de mis libros favoritos. La verdad es que lo leí por primera vez ya casi con 20 años, con lo cual no sé si me habría gustado tanto con 15. A los chavales el comienzo les suele gustar, y si se trabaja un poquito con ellos, puede pasar bien. Yo siempre les digo lo mismo, cuando están empezando el libro: de lo que os cuenta Holden, creeros la mitad. Ellos al principio, tan poco acostumbrados a los juegos literarios, se extrañan, pero al final terminan comprendiendo que los narradores de una historia no tienen por qué ser de fiar.



La casa de los espíritus / Cien años de soledad. La primera novela fue, a mis 15 años, la puerta de entrada hacia la literatura hispanoamericana. Si te encuentras con unos chavales de 4º listos y con buen nivel, les puedes mandar directamente Cien años de soleadad (ya hablaba Vargas Llosa en su estudio sobre la obra, y no sé si con doble intención, de "su facultad de estar al alcance, con premios distintos pero abundantes para cada cual, del lector inteligente y del imbécil, del refinado que paladea la prosa, contempla la arquitectura y descifra los símbolos de una ficción y del impaciente que solo atiende a la anécdota cruda). Como lo que dice Vargas Llosa no es del todo verdad, al menos si aterrizamos en la cruda realidad de nuestros cuartos de la ESO, es mejor ir poco a poco y comenzar con la novela de la Allende, mucho menos ambiciosa, vale, pero que igualmente supone toda una experiencia narrativa, más a mano para los chavales y encima con una perspectica femenina que en el caso de los alumnos de clases más deprimidas, imbuidos en un machismo aún muy feroz, es muy aconsejable.

Hay más. En teatro, ya hablé del delirante Don Álvaro, que es aconsejable leer cuando menos capacidad crítica se tiene, esto es, en la adolescencia, porque si no, uno se queda sólo en el despiporre. Y en cuanto a mi amado Lorca, La zapatera prodigiosa es precisamente eso, un prodigio a la hora de enganchar a los más pequeños. La obra, trabajada en un 1º o en 2º de la ESO, deja de ser una farsita menor para convertirse en un auténtico y genuino hallazgo que gusta a todo tipo de chavales. Y para 4º, por supuesto, no se pueden dejar de leer esas Bodas de sangre, puro poderío lorquiano que te agarra y no te suelta hasta el final.

Ahora me encuentro en un momento de impasse con un 2º de la ESO de muy buen nivel y al que ya le di clase en 1º. Después de alambradas, historias interminables, zapateritas, ciudades llenas de bestias, espejismos e incursiones en el mundo mágico de Idhún, me veo ante el vacío más inquietante: no termino de encontrar una lectura a la altura de las circunstancias. Como sé que últimamente me leen muchos colegas de profesión (y no sabéis la ilu que esto me hace), se admiten todo tipo de propuestas. ¡Un saludo, por cierto, a todos!

3 comentarios:

Josegura dijo...

Buenos Días desde Cádiz. He leído un artículo suyo sobre tópicos en educación. Le remito a una entrada sobre el adelanto del calendario escolar en Andalucía. Puede usted leerlo en
http://pagolasminas.blogspot.com/2009/01/7-de-septiembre-de-2009.html
Un fuerte abrazo

Toni Solano dijo...

Coincido en algunas de tus impresiones sobre la lectura en el aula. Llevo defendiendo desde hace tiempo la necesidad de separar lectura y literatura. Aquellos alumnos que tienen competencia lectora estarían preparados para leer literatura. Otros tendrán que ejercitarse primero con lecturas más "fáciles" de las que puedan obtener placer. Tengo la suerte de repetir un curso tras otro en el mismo centro, con lo que voy configurando un perfil lector individual de cada alumno, algo que me permite recomendar lecturas casi sin margen de error. De todos modos, en este asunto siempre hay quien piensa que todos los alumnos deben leer clásicos, como si un hambriento tuviese que renegar del MacDonalds y mantenerse exclusivamente de delicatessen del Bulli.
Un saludo.

Elisa dijo...

Gracias.