viernes, 29 de enero de 2010

"Murió Salinger"


La primera vez que leí El guardián entre el centeno apenas tenía veinte años. Fue un verano, en la playa. No sé por qué lo compré. Sólo recuerdo que algunos años antes Pardo me lo había recomendado después de que se lo mandaran leer en COU. Pensé que debía tener un profe de lengua modernillo, por mandar la lectura de un clásico americano en vez de todas esas novelas del canon hispánico que yo, sin saber, consideraba una ranciedad.

Me lo leí de un tirón, y al terminarlo lo primero que pensé era que, a pesar de haberlo disfrutado como un enano, me había perdido muchas cosas. Sospechaba que la novela decía mucho más de las que yo había sabido captar. La volví a leer, poco después. Y volví a disfrutar como un enano. Y volví a entrever que era mucho lo que me perdía. Después me compré la edición de bolsillo de Penguin, a ver si en inglés. Y me sorprendí leyendo con fluidez en ese idioma que creía que se me iba a atragantar, pero no. Y sentí que volvía a perderme cosas, que ahí había mucho más de lo que era capaz de ver.


Hoy, después de unas cuantas relecturas más, y de encontrarme con referencias al libro en una y otra peli (especialmente la de Seis grados de separación, que es genial), y de mandarlo yo mismo como lectura obligatoria a mis alumnos, sé que que sigo perdiéndome mucho, pero sigo disfrutando como un enano.

Muchos tildan al Guardián de nadería literaria. Tal vez sea verdad, porque yo, por mi parte, nunca he podido intelectualizar la novela. Nunca he sabido defender con la razón esas diversas supuestas capas referenciales que el libro puede tener. Sólo sé que pocas veces me lo he pasado tan bien leyendo algo, y que nunca se me ha removido tanto el corazón como con Holden Caulfield. Y la boca se me llena de baba cada vez que les hablo de él a mis chavales. Cada vez que les digo, guiñando un ojo: de lo que os cuenta este tipo, no os creáis nada .

No me he enterado ni por la tele, ni por la prensa. Ha sido un antiguo alumno, al que hice leer el libro, que me ha mandado un mail, en el que sólo ha escrito: Murió Salinger.

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