lunes, 19 de abril de 2010

La impronta Lindo


¿Se acuerdan de cuando dije que a la última peli de Albaladejo le faltaba el influjo de Elvira Lindo? Pues ese influjo sí que rezuma por todos lados en la obra Algo más inesperado que la muerte, que ahora se representa en el Teatro Lara de Madrid. La obra está basada en la única novela de Elvira Lindo que yo no me he leído, pero eso no impide reconocer la huella de la escritora en los diálogos geniales y en la chispa de cada uno de los personajes.
El montaje es sencillo, igual que lo eran (cinematográficamente hablando) aquellas pelis como Ataque verbal, Manolito gafotas o El cielo abierto. Pero los actores, igual que en aquellas películas, están geniales. La obra se divide en cuatro escenas de unos veinte minutos que se pasan como un suspiro, especialmente las tres últimas. La primera escena, introductoria, es la más fría, la más abstracta, y parecía que la Lindo se había contenido, pero no. La segunda escena era puro Elvira marca de la casa. El cara a cara entre Esperanza Elipe y Carmen Ruiz no podía ser más jugoso. La situación, el diálogo, esa chacha tan elviriana a la que la pija no sabe cómo rebatir. Y yo pensaba: dios mío, estas dos actrices, al leer el texto se habrán relamido de gusto, porque un texto como éste es un regalo para cualquier actriz. Un regalo en el sentido de que las palabras de la Lindo apenas necesitan una directriz para los actores, porque todo está en esas frases que sueltan la chacha y la pija, como estaban en los monólogos de Mariola Fuentes en El cielo abierto. Elvira es una maestra en radiografiar el sentir de esas chonis de los bajos fondos que en el fondo tienen mucho más que decir que muchos intelectuales, con una inteligencia de andar por casa de la que parece que los eruditos, viviendo en su burbuja, se han olvidado. Son diálogos en los que no puedes dejar de reírte, pero que te hecen pensar, y mucho.
La pena es que la obra se haya vendido como un drama. No sé si el libro original era serio, pero el tono de comedia en este texto es innegable. Otra cosa es que lo que se exponga dé para pensar, y que los diálogos estén llenos de aristas. Pero parece que a los productores les ha dado miedo venderla como una comedia, como si se pudiera confundir con algo chabacano, como si sólo en los dramas se pudiera hilar fino. Algo más inesperado que la muerte es una comedia, una comedia que a veces te deja con la risa congelada, y que te hace reflexionar, pero una comedia al cabo. Y muy buena.

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