sábado, 2 de mayo de 2009

¿Identidades o secuelas?



Gran parte del mal del ser humano estriba en esas rayitas que hay en los mapas. A un lado un país, al otro, otro país (o estado, provincia, región, qué más da). Absurdo: un montón de gente sintiéndose españoles, franceses o catalanes en virtud de una lengua o de una cultura de la que sentirse orgullosos, como si esa lengua o esa cultura fueran un logro colectivo en vez de algo innato en el ser humano. Algo innato y además fruto de un cúmulo de casualidades y hasta resultado de la desvirtuación de una cultura anterior. (El español, el catalán, el francés o el italiano, si nos ponemos puristas, no son sino los restos putrefactos, resultado de la ignorancia del vulgo, de aquella lengua imperial llamada latín, que a su vez también fue una deformación de algo anterior, claro.)

Menudo orgullo. Y encima peligroso. Miren unos cuantos ejemplos:

1) El otro día unos amigos de Castilla y León protestaban por el último anuncio de la Junta en el que Gary Dourdan, de la serie CSI, anunciaba a bombo y platillo, con un imposible acento americano, las bondades de la tierra castellana (osease, el vino, el lechón, los chorizos, los quesos, etcétera etcétera). Qué ofensa para los castellanos, decían. Claro, es lo que tienen las identidades, que sólo sirven para eso, para ser ofendidas.

2) Mañana es el partido Madrid-Barça. El gran encuentro de la temporada. Dos equipos: dos sentimientos. Dos identidades que además no serían nada si no se tuvieran la una a la otra. Porque esto de las identidades es lo que tiene, que no son nada sin la otredad que tanto las define. La esencia culé dejaría de serlo sin un Madrid al que oponerse. La esencia merengue, sin el Barça, igual. Lo irónico es que al culé le haga falta el Madrid más que el propio Barça para ser eso mismo, culé. Y viceversa.

3) En Estados Unidos están de moda los programas de educación bilingüe. Los hijos de inmigrantes mexicanos pueden así recibir una educación en español, de manera que el Estado siente que está respetando y potenciando la riqueza cultural y la identidad de los latinos. Esos chavales probablemente salgan de la secundaria con un nivel de dominio del inglés cualitativamente inferior al del resto, con lo cual estarán condenados a perpetuarse en la profesión de friegaplatos de sus padres. Pero no importa, porque se ha respetado su tradición cultural. El gobierno americano prefiere respetar la identidad de sus ciudadanos antes que igualarlos en derechos y oportunidades. Menudo respeto.

Para que la cosa no suene tan agresiva, al hablar de identidades la gente lo disfraza con el término riqueza cultural, mucho más políticamente correcto. Yo me despiporro. Las lenguas, por ejemplo: el catalán es riqueza cultural, el castellano es riqueza cultural, el quechua es riqueza cultural. Como si la cultura fuera un producto acumulable, que se manufacturara en fábricas y se pudiera comprar y vender.

Cuándo se va a enterar la peña de que la cultura no es algo material, que es inhnerente al ser humano, que es una energía que ni se crea ni se destruye, que está en constante transformación y que toma las más variadas formas sin que nadie la pueda controlar. Que no hay que conservarla, que al que hay que conservar es al ser humano, y que cuando ese ser humano ocupa su tiempo en distanciarse de otro ser humano, empieza a ser menos humano, y la cultura, menos cultura.

1 comentario:

aididentquilmaiguaif dijo...

vaya, menudo último párrafo, me lo voy a apuntar para meterlo en mi lista de futuros guiones. ya te llamaré para ser technical advisor, jeje