miércoles, 23 de junio de 2010

La luna / La tragedia

El paje de Herodías: -¡Mira la luna! ¡Qué extraña parece la luna! Es como una mujer que se levanta de la tumba. Uno pensaría que está buscando cosas muertas.
"Uno pensaría que está buscando cosas muertas". Suena a Lorca, ¿verdad? Pero no lo es. Es Salomé, de Oscar Wilde, que me acabo de leer. Al principio todo es muy lorquiano, y luego deviene en un juego de símbolos decadentes muy de la época que recuerda más a Darío, pero que no deja de ser eficiente. Salomé es una obra pequeñita y corta, pero tremendamente condensada, también al estilo de las de Lorca. No hay una verdadera trama, sino sólo una anécdota cruelmente decorada y magnificada para hacerte ver el horror de la locura, del amor y de la muerte.

Y me he acordado de esa otra obra bíblica apenas empezada por Lorca, La destrucción de Sodoma, y que se suponía que cerraría la trilogía trágica comenzada con Bodas de sangre y Yerma. Os dejo con lo poco que queda de esa Sodoma:
Calle de Sodoma. Columnas y grandes toldos de púrpura. En un lado fuente de mármol que es al mismo tiempo abrevadero.

Mujer 1ª. ¿No han vuelto?
Mujer 2ª. (Que está en el suelo cubierta con un velo gris.) No.
Mujer 3ª. Llevan cuatro días borrachos.
Mujer 4ª. Se llevaron todo el vino de las tinajas.
Mujer 1ª. Y cortaron para coronas todos los racimos de la vid.
Mujer 2ª. ¡Ay!
Mujer 1ª. No está acostumbrada. La trajeron sus padres de una aldea lejana con su dote y la dejaron aquí sin saber lo que hacían.
Mujer 3ª. Y está enamorada de su marido.
Mujer 4ª. Cuando se le acaben las lágrimas dejará de llorar.
Y ya está. La tragedia se masca. Igual que la otra tragedia, la de que nunca dejaran a Lorca terminar ni ésta ni tantas otras obras.

"Ésta la recitaba yo"

Qué envidia me da cada vez que alguien me dice eso. Envío un poema cualquiera, de esos que he descubierto ya de adulto (porque ha sido mi profesión la que me ha acercado a la poesía, y no al revés, como hubiera sido lógico) y me contestan que "ésta la recitaba yo, jaja". Y pienso en todos esos maestros que tuve en mi infancia (de los que no me puedo quejar, si he terminado de profe ha sido en gran parte debido a la admiración que siempre tuve a la mayoría de ellos) y que apenas me hicieron aprender poemas de memoria, para que yo ahora pudiera soltarlos en clase sin tener que aprendérmelos el día anterior. Porque lo de aprenderse los poemas de memoria podría ser un suplicio para un niño, pero no hay cosa que más disfruten que soltarlos frente a la clase una vez que se los han aprendido. Qué pena que la memoria esté devaluada, cuando te ofrece uno de los placeres literarios mayores que hay: el de la recitación.

domingo, 20 de junio de 2010

La Pausini, mejor en V.O.

La cosa va a menos, pero lo de la versión original sigue siendo en España una especie de reducto para intensos e intelectuales. Y claro, los cines de VO se centran en ese público tan especializado y sólo programan películas europeas o independientes, cuanto más sesudas mejor. Pero si quieres ver Spiderman o Transformers en VO, lo tienes chungo (en Madrid, por ejemplo, sólo puedes en el cine Ideal). Es como si con los blockbusters diera igual igual verlos doblados. Yo llevo ya diez años viendo cine sólo en VO, porque hace diez años hubo un punto de no retorno en el que los doblajes empezaron a rechinarme y a sacarme de la propia historia de la película. Pero eso no quiere decir que sólo me guste el cine europeo o las pelis indies americanas. Quiero cine en VO, pero todo el cine en VO.

A veces, la versión original te descubre nuevas perspectivas. Nuevas perspectivas que también te pueden dar los productos más mainstream. Es como con Laura Pausini. Sus primeros hits en español (La soledad y Se fue) me parecieron horribles, pero años después, me dio por escucharla en italiano y la cosa cambia, vaya si cambia. Y cuando la escucho me reafirmo en eso que siempre he pensado de que no hay otra lengua como el italiano, por muy empalagosa que pueda sonarme otras veces. Yo me quedo con estos dos baladones que en español suenan de un cursi horripilante y que en italiano me dejan el cuore aniquiladito. Y os los pongo en concierto, para que veais que la tía encima tiene una voz en directo de puta madre.



¿Qué tiene que ver Rachmaninov con Celine Dion?

Esto de la cultura de masas me encanta. Me explico. Alguna vez en este blog se me ha acusado de mezclar la high culture con la bazofia como si se tratara de algo blasfemo. Recuerdo que fue hablando del futuro del español, cuando junté a García Márquez y a Betty la fea en el mismo párrafo. Pero sé que hay más. Si hablo de música lo mismo te suelto un post de Beethoven que te analizo canción a canción un disco de Tarkan o de Bisbal (y aún no me ha dado por hablar de Bustamante, jaja). En cine, me gustan tanto el Uno, dos, tres de Billy Wilder como Uno, dos, tres, Splash, de Ron Howard. Si toca literatura, lo mismo te analizo la saga de Crepúsculo que La Regenta. Puedo disfrutar lo mismo hablando de Nietzsche que de Sálvame. Ecléctico que es uno, podría decir. Y a veces hasta me siento demasiado bipolar, como si no supiera con qué tipo de gente debiera moverme. Y hasta me llego a aburrir si esa gente es sólo de uno de los tipos. Pero creo que no soy yo el ecléctico, sino que el momento que nos ha tocado vivir en la historia es, para bien y para mal, así. Y si no, sigan leyendo.

Para empezar, hay que escuchar el All by myself de Celine Dion. No sean perezosos y denle al play, que nadie mira...



Una horterada, ¿verdad? Pero cuando suena al final de Fuera de onda, en versión de Jewel, es total:



Pues bien, rebuscando en la red resulta que el germen de tal horterada es ¡Rachmaninov! ¿Se acuerdan que les hablé de su concierto número 2 para piano? Pues voy y me encuentro con que el segundo movimiento es All by myself en versión orquesta. ¡Años y años escuchando las dos piezas y nunca me había fijado! No sé cuál de las dos escucharía antes, si la canción o el concierto. Probablemente el concierto, dado lo friki que fui en mi adolescencia, pero a lo mejor fue al revés y por eso este concierto me gustó siempre tanto desde el principio (¡sólo porque me sonaba!). Escuchen, escuchen, y comprueben.



Toda la información, en wikipedia.

martes, 15 de junio de 2010

¿Qué habría dicho Beethoven?

Me lo dijo alguien el otro día. Que el Emperador era demasiado monumental. Que prefería sus primeros conciertos para piano. ¡No!, dije yo, ¡ésos son demasiado mozartianos! Claro, me contestó. Y yo: ya estamos con Mozart...

Durante seis años, de los 12 a los 18, no escuché otra cosa más que Beethoven, encerrado en mi cuarto (y sí, menudo frikazo era). De rebote escuché alguna cantata de Bach, el Requiem de Mozart, la Incompleta de Schubert o Las hébridas de Mendelssohn, pero poco más. La obsesión beethoveniana dejaba poco hueco. Esto, además, coincidió con el bicentenario de Mozart y el estreno de Amadeus. Mozart por todas partes, y yo arañándome de rabia por que no se reconociera que Beethoven era mil veces mejor.

Ahora, años después, con el spotify en mi ordenador, he vuelto a las andadas. Y he vuelto al Emperador, para mí, lo mejor de Beethoven. El primer movimiento es sublime, y me gusta más incluso que cualquiera de las sinfonías. Incluso diría que es lo que más me gusta de toda la música que he escuchado en mi vida.

Pero hoy, explorando en el spotify, me he acordado de Rachmaninov. De ese concierto n.2 para piano que en su día fue lo único que le llegó a hacer sombra a mi obsesión por el sordo de Bonn. Ahora mismo, mientras escribo esto, escucho alterado el tercer movimiento y me siento desatado. Y pienso, ¿qué hubiera dicho Beethoven si hubiera escuchado esto? Y creo que es una de las pocas cosas escritas después de su muerte dignas de hacerle escuchar. De las pocas cosas que, sin superarlo, están a la altura de esa monumentalidad genial del Emperador que otros denostan ante mis atónitos ojos. Porque vamos a ver, ¿quién puede preferir a Mozart y sus lindos acordes frente a esto?:



lunes, 14 de junio de 2010

Después de la obra maestra

A veces una obra maestra puede hundir la carrera de un autor, al menos en lo que al prestigio se refiere. Por ejemplo, después de La casa de los espíritus, ¿ha escrito Isabel Allende algo que esté a la altura de ese influjo genial que tuvo su primera novela? La Allende ha seguido siendo divertida y a veces hasta sagaz, pero nunca nada de lo que ha escrito ha tenido ese calado emocional de su primera obra, ni siquiera esa Paula con la que lloraron lectores de medio mundo (incluido yo).

García Márquez son palabras mayores. Nada más lejos de mi intención compararlo con la Allende, independientemente de que La casa de los espíritus me llegue a mí de un modo más íntimo. Crónica de una muerte anunciada y El amor en los tiempos del cólera le valdrían a Gabo para ser considerado el mejor escritor vivo en español, pero NO son Cien años de soledad, esa novela que a pesar de ser un pelín machista puede literariamente con todo lo que se ha escrito en el siglo XX.

Vamos con la música. ¿Se acuerdan del Jagged Little Pill de Alanis Morrissette? Menudo bombazo, ¿verdad? Y ahora díganme el nombre de cualquiera de los otros discos que la canadiense ha sacado. ¿No? Pues venga, al menos alguna canción. Tampoco, ¿verdad?

Pero no caigamos en el tópico. No siempre es así. Y hay que tener cuidado, porque aunque a mí me encanten, son a veces esos tópicos los que condenan toda la obra de un artista después de haber hecho su masterpiece. Y no deja de ser injusto. A saber:

Madonna: Music

Pongámonos frívolos, que es Madonna. La increíble abuela elástica siempre ha sido una experta en superarse después de sus grandes discos, aunque no siempre se le haya reconocido. Estaba escuchando hoy en mi ipod el Music, que sacó en el 2000, dos años después del boom del Ray of Light, y las cosas como son, por mucho que en su día la Rolling Stone dijera que era "una versión basta e improvisada de su anterior trabajo", Music es un pedazo de disco. Quizá más irregular, quizá más raro o menos llamativo a primera vista, pero igualmente revolucionario, porque no es sólo un disco electrónico y ya está. Hay canciones como I deserve it o Gone, que en principio parecen ponzoña country y poco más, con una Madonna cantando más desganada que nunca, pero que tienen unos arreglos con sintetizador bestiales, que hacen que se te pongan los pelos de punta. Hay que esperar a la mitad de las canciones, pero merece la pena:




Almodóvar: Átame


La crítica ha dicho de todo de esta peli, especialmente que su mayor problema es la indefinición dentro de un género. Vamos, que Almodóvar no sabe si hacer reír o hacer llorar. Yo creo que en realidad esta peli es una joyita, y su único problema es que Almodóvar la hizo justo después del boom de Mujeres al borde de un ataque de nervios, que era una comedia perfecta. Átame no es mejor película, pero tampoco necesariamente peor. El tono de comedia no está tan logrado, pero ni falta que hacía, porque no se trataba de eso.

Anne Rice: Lestat el vampiro


Después de Entrevista con el vampiro, Anne Rice aprovechó para alargar la historia y hacer caja. Y la terminó alargando hasta el delirio, con unas crónicas vampíricas que al final no había quién se tragara. Pero la que que hizo justo después de la primera, Lestat el vampiro, es de lejos la más divertida de todas, mucho más incluso que la primera parte (también porque esa primera parte estaba muy bien, pero tampoco era una obra maestra que digamos).

Sam Mendes: Revolutionary Road


Pues qué quieren que les diga, American Beauty estaba bien, pero a mí nunca me pareció para tanto. Es más, me parece a mí que tenía cierto tufillo oportunista que le ha hecho perder vigencia con el tiempo. La historia es a la larga muy de los noventa. La banda sonora, considerada en su momento el no va más, suena ya trilladísima. Y la escena de la bolsa de plástico al viento termina siendo trascendentalismo postmodernoide y barato. A mí, a falta de que pasen los años para poderla juzgar en justicia, Revolutionary Road me parece una peli mucho más perfecta y desgarradora. Irónicamente, no se le dio tanto bombo a nivel de oscars y demás premios, pero creo yo que a la larga eso mismo le hará un favor al futuro de la cinta.

Fernando Meirelles: El jardinero fiel


En su momento, cuando vi Ciudad de Dios, no me disgustó. Pero me pareció que la abrumadora propuesta estética dejaba la historia un pelín diluida. Años después, con El jardinero fiel, flipé. Seguía habiendo una estética, pero aquí lo que Meirelles demostraba era su valía como narrador manejando una historia que en realidad son tres: la historia de amor, el best-seller político y la denuncia social. Difícil difícil, pero Meirelles sale más que victorioso, y por eso creo yo que ésta es mucho mejor película que la primera.

***

Hay más. Desde pequeño me ha gustado siempre más Indiana Jones y el templo maldito que En busca del arca perdida. Regreso al futuro parte II es un despiporre genial, que pone en entredicho y se ríe hasta de la sombra de su primera parte (la tercera no, la tercera es horrible). El imperio contraataca es infinitamente mejor que La guerra de las galaxias, por mucho que a los freaks les parezca esto una blasfemia. Y etcétera etcétera. Y no hablo de El padrino porque ya es un tópico soltado hasta la saciedad (y porque, ups, no las he visto...).


Hoy, con tanta serie de TV tan bien hecha, creo que el tópico está echado por tierra definitivamente. Montones de series se han hecho en los últimos años cuyas primeras temporadas apenan tenían fuelle, pero que después han cogido fuerza y han devenido en segundas o terceras temporadas geniales. Buffy, por ejemplo, que tiene una primera temporada bastante aburrida, (y que por eso cuesta tanto trabajo a la hora de convencer a neófitos). O miren los famosos spins-off, como Fraisier, que salió de la genial Cheers, pero que era igualmente genial. En España, lo poco que he visto de Aída me ha parecido siempre bastante mejor que lo poco que vi de Siete vidas. Y sí, no pasa lo mismo con Aquí no hay quien viva, que después de las dos primeras temporadas, alucinantes, no supo mantener el tipo: algo he visto de Lo que se avecina, y es gracioso, pero no es lo mismo.

Sólo digo que hay que tener cuidado con crucificar a los que tienen la suerte o el mérito de hacer una obra maestra, porque a veces, esa misma devoción por la obra maestra nos puede cegar para juzgar lo que venga después.

miércoles, 9 de junio de 2010

Sombra


Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.


Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra
que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;
mas no, de esotra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejarán, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrán sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.

¡Esa guirnalda! ¡pronto! ¡que me muero!
¡Teje deprisa! ¡canta! ¡gime! ¡canta!
que la sombra me enturbia la garganta
y otra vez viene y mil la luz de enero.

¡Lejos se esconde la eternidad!
¿Qué es esta Sombra, este Misterio?
¡El libro más sagrado!
Grandes hombres han venido
desde épocas aciagas, con sus agonías oscuras,
implorando, dudando, inciertos.
La ferocidad inexpresable del espíritu mudo
se aferra a ti.

Por el día solitario y la noche callada,
pasas tú, sombra eterna,
con un dedo en los labios.

En todo pasas tú, sombra enigmática,
y quedamente suenas
tal un agua a esta fiebre de la vida.

Oh noche oscura. Ya no espero nada.
La soledad no miente a tu sentido.
Reina la pura sombra sosegada.

Curioso de la sombra
y acobardado por la amenaza del alba
reviví la tremenda conjetura
de Schopenhauer y de Berkeley
que declara que el mundo
es una actividad de la mente,
un sueño de las almas,
sin base ni propósito ni volumen.

Ya formidable y espantoso suena,
dentro del corazón, el postrer día;
y la última hora, negra y fría,
se acerca, de temor y sombras llena.

Ciego, pidió la luz que no veía.
Luego, llevó sereno,

el limpio vaso, hasta su boca fría,

de pura sombra -¡oh, pura sombra!- lleno.



De la sombra venimos y a la sombra
volveremos, la sombra es nuestro hogar.



Tú quisiste morir enteramente,
la carne y la gran alma. Tú quisiste

entrar en la otra sombra sin la triste

plegaria del medroso y del doliente.



Goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente,
no sólo en plata o vïola troncada
se vuelva, más tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada. 



Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.

Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha,

vienen con el pez de sombra

que abre el camino del alba.