domingo, 20 de junio de 2010

¿Qué tiene que ver Rachmaninov con Celine Dion?

Esto de la cultura de masas me encanta. Me explico. Alguna vez en este blog se me ha acusado de mezclar la high culture con la bazofia como si se tratara de algo blasfemo. Recuerdo que fue hablando del futuro del español, cuando junté a García Márquez y a Betty la fea en el mismo párrafo. Pero sé que hay más. Si hablo de música lo mismo te suelto un post de Beethoven que te analizo canción a canción un disco de Tarkan o de Bisbal (y aún no me ha dado por hablar de Bustamante, jaja). En cine, me gustan tanto el Uno, dos, tres de Billy Wilder como Uno, dos, tres, Splash, de Ron Howard. Si toca literatura, lo mismo te analizo la saga de Crepúsculo que La Regenta. Puedo disfrutar lo mismo hablando de Nietzsche que de Sálvame. Ecléctico que es uno, podría decir. Y a veces hasta me siento demasiado bipolar, como si no supiera con qué tipo de gente debiera moverme. Y hasta me llego a aburrir si esa gente es sólo de uno de los tipos. Pero creo que no soy yo el ecléctico, sino que el momento que nos ha tocado vivir en la historia es, para bien y para mal, así. Y si no, sigan leyendo.

Para empezar, hay que escuchar el All by myself de Celine Dion. No sean perezosos y denle al play, que nadie mira...



Una horterada, ¿verdad? Pero cuando suena al final de Fuera de onda, en versión de Jewel, es total:



Pues bien, rebuscando en la red resulta que el germen de tal horterada es ¡Rachmaninov! ¿Se acuerdan que les hablé de su concierto número 2 para piano? Pues voy y me encuentro con que el segundo movimiento es All by myself en versión orquesta. ¡Años y años escuchando las dos piezas y nunca me había fijado! No sé cuál de las dos escucharía antes, si la canción o el concierto. Probablemente el concierto, dado lo friki que fui en mi adolescencia, pero a lo mejor fue al revés y por eso este concierto me gustó siempre tanto desde el principio (¡sólo porque me sonaba!). Escuchen, escuchen, y comprueben.



Toda la información, en wikipedia.

3 comentarios:

Rafa dijo...

¡Sorprendido me ha! Cientos de veces escuchando ese concierto y parece que le pones voz y todo cambia, ¡pero no! ¡Cuánto vale hoy día la genialidad de Rachmaninov! jeje Me quedao muerto de verdad. ¡Y me alegro un montón de leerle y hacérmelo descubrir! ¡Qué tonto he sido!¡Pero qué bobo!...¡Es un plagio en toda regla! ¿Dónde está la SGAE cuando se la necesita? jaja. ¡Un saludo sr!

mir dijo...

Creo que estamos empeñados en definirnos con una o dos etiquetas para poder entrar en un grupo y dejar de estar solos. La soledad nos angustia y preferimos autodefinirnos con un simple adjetivo a intentar descubrirnos qué somos, independientemente del grupo. El problema es que vivimos en comunión. El conjunto nos completa y nos despista. De ahí que nos sintamos bipolares por admirar los berridos de la Dion (yo prefiero su hit titánico, me pone la piel de gallina) como las composiciones musicales de finales del XVII. No somos singulares aún siendo únicos. Y somos perennes y, por tanto, mutables. Sigue disfrutando de la variedad, de la oferta y no sufras por las costuras de las etiquetas que, aunque cada vez sean más largas, siempre se pueden arrancar.

Anónimo dijo...

No veo el parecido por ningun sitio ... hay encadenamientos de intervalos que se pueden parecer, pero la cancion de Celine Dion y el concierto de Rachmaninov se parecen como un huevo a una castanya.